PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

martes, 27 de septiembre de 2016

JUAN PÉREZ SERRANO: HISTORIA DE UN ASESINATO EN LAHIGUERA DE 1892.



RECORRIDO POR MIS ANTEPASADOS FAMILIARES: DE ANTONIO PÉREZ DE VALENZUELA, HIJODALGO DE LAHIGUERA, Y SU NIETO JUAN PÉREZ SERRANO, ASESINADO EN EL AÑO 1892, HASTA NUESTROS DÍAS. 
UNA MIRADA A LA SOCIOLOGÍA DE ESTE TIEMPO A TRAVÉS DE LOS DIARIOS: EL POPULAR DE MADRID Y EL PAÍS.


Pretendo con este artículo establecer mi línea familiar paterna, haciendo un recorrido inverso en el tiempo, que partiendo de mis padres, llegue hasta mis antecesores conocidos en 1752. Hoy, en que el tiempo, desde hace alguna decena de años, ha emblanquecido nuestras sienes, y mis padres desaparecieron físicamente de nuestras vidas hace ya años, puede que sea el momento, de dejar constancia de los familiares que conocimos y los que fueron sus abuelos, bisabuelos y nuestros tatarabuelos. Lo haré siguiendo una línea diacrónica ascendente que nos remonte desde hoy hasta el año 1752, y así dejar constancia también para nuestros sucesores del conocimiento de los antecesores familiares de una rama de la familia, la que generó allá por el siglo XVIII la de los Pérez  de Valenzuela en La Higuera.

Mis padres Manuel Galán Barranco y Josefa Galán Pérez, desaparecieron hace más y menos años de nuestras vidas (José María y Pedro). Mi abuelo paterno José María Galán Pérez (de Valenzuela) había casado con Ana Barranco Pérez con origen familiar en Jamilena (Manuel, Ana, Francisca y María). Ocho hijos: Cándida, Constanza, José María, Manuel, Ana, Juan, María y Francisco Galán Barranco, hoy único superviviente. Los cuatro primeros dan muestra de la costumbre tradicional de bautizar con los nombres de abuelos paternos y maternos a los primeros hijos del matrimonio. La abuela de mi padre Cándida Pérez (de Valenzuela) Cortés, para sus coetáneos “Cándidica”, casó con José María Galán. Cándida y José María tuvieron dos hijos y seis hijas que os explico a continuación y que hoy emparientan a un considerable núcleo de personas entre los conocidos y conocidas de nuestra villa. 


En la foto familiar aparecen en el centro Candida Pérez Cortés y José María Galán, rodeados de sus hijos e hijas.

De izquierda a derecha y de la fila de a pie aparecen los hijos por el orden siguiente:

1º.- José María Galán Pérez, casado con Ana Barranco Pérez. Padres de Cándida, Constanza, José María, Manuel, Ana, Juan, María y Francisco.

2ª.- Juana Galán Pérez, casada con José María Martínez Estrada: Padres de Amparo, Cándida, Juan y José María.

3ª.- Mariana Galán Pérez, casada con Antonio Mercado Pérez (hermano de Francisco (Frasquito), Manuel y Cecilia). Padres de Cándido, Juan José, Mariana, Francisco, y Segunda.

4ª.- Josefa Galán Pérez, casada con un señor de la familia Toro de Fuerte del Rey. Padres de Cándida, Placido y dos varones más.

5ª.- María Galán Pérez, casada con Bartolo García. Padres de Antonia, Cándida (casada con Florencio Lara Mercado), Josefa, Inés, y Juan José (conocido por Bartolo).

6º.- Juan Galán Pérez (niño), casado con Francisca Barranco Pérez. Padres de José, Manuel, Juan, Francisco, Cándida y Miguel.

7ª.- Cándida Galán Pérez (niña), casada con Vicente Barragán. Padres de Candida y Vicente.

8ª.- Francisca Galán Pérez (Paca), casada con Francisco Garrido. Padres de Andrés Garrido Galán.
Certificado de Defunción de Cándida Pérez Cortés, hija de Juan Pérez Serrano y María Cortés, viuda de José María Galán García, fallecida el 30 de septiembre de 1945.

Cándida Pérez (de Valenzuela) Cortés era hija de Juan Pérez Serrano, nacido en 1809 y fallecido por asesinato en 1892 a la edad de 83 años. Juan Pérez (de Valenzuela) Serrano había casado con una higuereña llamada Sebastiana Cortés García, de cuyo matrimonio dejaron cinco hijos llamados: Sebastián, Juan, Cándida, Francisca y Mariana Pérez Cortés.
En las Actas del Ayuntamiento de la Higuera cerca de Arjona del año 1862, aparece la rúbrica de Juan Pérez Serrano como Regidor Municipal, tal como puede observarse en el folio de la izquierda junto al resto de Regidores Municipales que componían el Ayuntamiento de la villa en ese año.
Detalle de la firma de Juan Pérez Serrano en las Actas del año 1862.

Del primero Sebastián Pérez (de Valenzuela) Cortés son los descendientes de Gonzalo Pérez y Angustias (Anita, Salvador, Sebastián, Gonzalillo,…) y quizá otros más que no puedo confirmar como los Peréz de la familia Ana, Sebastián, Ramona y Justa Pérez.


De la rama de Juan Pérez Cortés y “Pilarito” (Pilar Zafra, una joven de origen humilde que gano el corazón de Juan) proceden los Pérez de la familia de Paco Pérez Zafra y la rama de Conchita Pérez y su hermano Juan Pérez (veterinario), etc.
Pilar Zafra había venido con sus padres y hermanos desde la provincia de Cádiz, su padre era sacristán en su pueblo y vino a buscarse mejor vida con sus hijos durante la recolección de la aceituna. Juan Pérez Cortés quedó prendado de la belleza de Pilar y dicen que cuando iba a la finca en recolección con su caballo, no se movía del lugar en que trabajaba Pilar, que parece ser que por referencias era agraciada físicamente y relativamente alta. Juan y Pilar terminaron casandose.

La rama de Cándida Pérez (de Valenzuela) Cortés y José María Galán es mi rama familiar, antes aludida. La familia que generó la hija Cándida Pérez Cortes fue la formada por José María Galán y sus hijos, que figuran en la foto anterior.

Cándida Pérez ( de Valenzuela) Cortés fue la madre de mi abuelo José María Galán Pérez, padre de mi progenitor Manuel Galán Barranco casado con Josefa Galán Pérez, mis padres.   
Juan Pérez Serrano era el padre de Candidica y los demás “Granaeros” de La Higuera. A mi abuelo José María Galán Pérez, que muchos conocían en La Higuera con el apodo de “El grillo”, a causa de un regalo traído de la Romería de la Virgen de la Cabeza,  y la insistencia en pitarlo cuando era niño.


La familia de Mariana Pérez (de Valenzuela) Cortés, casada con Francisco Castro Galán, de Fuerte del Rey, es de la que poseo menos información. Francisco Castro Galán es el declarante del fallecimiento de Juan Pérez Serrano, su suegro, ante el Juzgado Municipal de Higuera de Arjona. Supongo que ellos serían los padres de “Castrillo” padre de Virtudes Castro Pérez, que casó con Vicente Barragán Galán (Primo hermano de mi padre). Cuando venía “Castrillo” a La Higuera siempre visitaba a mi abuelo José María al que “Castrillo” llamaba “Primo”, pues lo era.

La familia que generó la hija Francisca Pérez Cortés fruto del casamiento con Juan Manuel Del Moral Castellano, de la que nació Paz del Moral Pérez, la madre del Salvador López del Moral (conocido como “El cabo López”) y de otros hermanos, recuerdo especialmente a un hermano, cuyo nombre desconozco porque lo apodaban “Chaqueta”, debido a que siempre vestía chaqueta cuando iba a visitar a su amor platónico Josefita Ahumada Fuentes. 

Esta hija Francisca recibió por herencia paterna el Cortijo de Cajeros, propiedad que no paso a sus sucesores.

También es comentario antiguo que toda la zona que se conoce en La Higuera como la “Serrana” tomo el nombre por ser propiedad de Juan Pérez Serrano a través de su madre Sebastiana Serrano, que como hemos referido era natural de Arjonilla como su esposo Antonio Pérez (de Valenzuela) López. El apellido Serrano era muy propio de Arjona (patria adoptiva del General Serrano, el “General Bonito” que gozo de los favores de la Reina Isabel II) y su vecina Arjonilla.
A la muerte de Juan Pérez Serrano los hijos e hijas casados en su totalidad recibieron una fortuna con el reparto de sus propiedades en fincas y cortijos, de forma que los hijos y yernos entraron en una competición de alardear con las casas nuevas que se edificaron, y que hoy son las casas antiguas de la villa de mayor grandiosidad en su construcción, algunas de ellas situadas en la calle Gran Vía.

El matrimonio Francisco Castro Galán y Mariana Pérez Cortés construyeron la casa que durante tantos años habitaron Francisco Morales y Eugenia García y hoy ocupan sus descendientes. Se refiere que entre los cuñados entraron en competición sobre quien tendría la casa más alta y muestra de ello fue que en la casa que se construyó su cuñado Sebastián Pérez Cortés (el mayor de los hijos de Juan Pérez Serrano), en el hoy solar de la plaza pequeña, llamada popularmente con el nombre de "la plaza del Huevo" y que conocimos como la casa de “Enriquillo” era de las más altas del pueblo con tres plantas cada una.
En este Acta del año 1836 aparece por una parte Juan Pérez López, padre de Juan Pérez Serrano abuelo de mi abuelo José María Galán Pérez (Está en la segunda columna de nombres de la página primera en el último lugar) y por parte materna Pedro Galán (aparece enmedio de la segunda columna de la página segunda), padre de Pablo Galán que fue padre de mi abuelo materno Pedro Galán García. Ambos aparecen en la lista de Electores y Elegibles en las Listas publicadas por el Ayuntamiento de “la Higuera  cerca de Arjona” para las Elecciones Municipales a celebrar en este Cabildo.
Juan Pérez Serrano era hijo de Juan Pérez López, natural de Arjonilla y de Sebastiana Serrano, también natural de esta villa, que por motivo de las propiedades que poseían en La Higuera cerca de Arjona se debieron trasladar a vivir en nuestra villa, ya que en las listas de candidatos a electores y elegibles del año 1836, figuraba Juan Pérez López incluido en las listas que se publicaban con anterioridad a las elecciones de regidores municipales, cuyas listas eran colocadas en los lugares visibles de la villa para así dar a conocer al resto de los electores la candidatura personal de cada uno de los elegibles para el cargo de Regidor, y que después por suerte en el primer día de la primera reunión del año eran elegidos, de entre los nombres incluidos en un biombo, para los cargos de Regidor Primero o Alcalde Presidente del Ayuntamiento, y así sucesivamente se hacían extracciones consecutivas para el cargo de Regidor Segundo, Regidor de los Bienes Propios del Ayuntamiento, etc.


En las Actas del Ayuntamiento del año 1847 aparece también el primer antecesor conocido de mi rama materna Pedro Galán (que antes hemos referido), seguramente padre de Pablo Galán, y este último a su vez padre de mi abuelo materno Pedro Galán García, hijo de Pablo Galán y María Antonia García con origen familiar en Arjona, casado con mi abuela Francisca Pérez Calero de cuyo matrimonio nacieron María Antonia, Josefa, Carmen, Isidora y Ana Galán Pérez.

Por los años en que a Juan Pérez López le tocó vivir, y conociendo que su hijo Juan Pérez Serrano nació en el año 1809, puede ser que en los prolegómenos de las reunión de Porcuna fuese elegido para formar parte de cuerpo de Granaderos para la Batalla de Bailén por el Capitán San Martín, ascendido por Coupigny, que después llegó a ser considerado como Libertador de la América del cono sur y venerado como General San Martín.
En el preludio a la batalla de Bailén (Jaén), en la vecina villa de Arjonilla, o digamos mejor en sus proximidades camino de la misma, sucedió el hecho que os relato a continuación:

Era el 23 de junio de 1808, el capitán San Martín estaba al mando de la vanguardia de una fuerza mayor, cuando recibió la noticia de que cerca de ellos habían descubierto un grupo de dragones de caballería francesa, pertenecientes al ejército de Napoleón que había invadido a España.


Al salir de una arboleda, el pequeño destacamento de San Martín, de sólo una veintena de hombres de caballería, Húsares de Olivencia y Borbón, apoyados por un pequeño grupo de infantes, se encontraron con los dragones de la caballería francesa, que formados los esperaban, pensando que ese pequeño grupo no osaría atacarlos.


El parte de batalla, que se difundió en Sevilla, decía que “este valeroso oficial (San Martín) puso a su tropa en formación de batalla y atacó con tanta intrepidez que logró desbaratarlos completamente, dejando en el campo 17 dragones muertos, 4 prisioneros y 15 caballos, habiendo emprendido la fuga los oficiales y el resto del grupo de caballería francesa”.


Pero ocurrió que durante la batalla el oficial francés al mando, habiendo identificado al jefe de la fuerza española, San Martín, ordenó a sus hombres atacarlo directamente, por lo que acosado por varios dragones, su caballo cayó y con tan mala fortuna, que quedó aprisionado bajo el peso de su montura defendiéndose como pudo. Pero por suerte, y gracias a un jinete de su grupo llamado Juan de Dios, que mantuvo a raya a los enemigos derribando y rechazando a cuantos se interpusieron, se pudo salvar, mientras un sargento de caballería de Borbón lo ayudaba y le cedía su caballo cuando los franceses ya se daban la fuga.


Los españoles sólo tuvieron un herido, tanto fue el ímpetu y bravura de aquel grupo de soldados.
Esto sucedió en Arjonilla, camino a Bailén, donde el ejército de Napoleón sufriera la primera gran derrota de su historia: según el parte de batalla citado “los derrotados son los vencedores de Jena y Austerlitz”.
Este parte de batalla figura en la “Gazeta Ministerial” de Sevilla, con fecha 29 de junio de 1808 en Comisión Nacional del Centenario, Documentos del Archivo de San Martín, T. 1, pp.89 (parte de su texto es el que figura aquí entre comillas).
Los granaderos eran elegidos de entre los más altos y fornidos soldados, y distribuidos por cada compañía para que al frente de ella dieran comienzo al avance de las tropas de infantería lanzando granadas.

El padre de Juan Pérez (de Valenzuela) López, Antonio Pérez de Valenzuela era o había sido hijodalgo y es posible que el estatus de su padre le favoreciera tal elección, si a él mismo no fuese reconocida tal condición de hidalguía.

En la declaración del Catastro del Marqués de la Ensenada de la villa de Porcuna en el año 1752, aparece el texto siguiente que acredita a D. Antonio Pérez de Valenzuela como propietario en esta villa. El texto recogido en el apartado de contribuyentes de la citada villa dice así:

"Nº 990.- Don Antonio Pérez de Valenzuela, vecino de la Villa del Río.

Propiedades: un casa y un corral, 2 f. 3 z. de ruedo en dos suertes, 145 f. 8 z. de ruedo en 11 suertes con dos casas cortijo, 1.517 olivos en 8 suertes con una casa cortijo."



Juan Pérez (de Valenzuela) López, era hijo de Antonio Pérez de Valenzuela, personaje que en las declaraciones de bienes del Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) de Lahiguera, figura como hijodalgo de La Higuera, y que también hemos referido como propietario vecino de Villa del Río, con propiedades en la referida villa de Porcuna. El hijodalgo Antonio Pérez de Valenzuela originario de Villa del Río (Córdoba), que como después veremos, figura entre los hacendados forasteros y miembros de la nobleza titulada residentes en Higuera de Arjona o ser personas del estado noble con posesiones en esta villa.


También aparecen otros vecinos de la Higuera como propietarios en la villa de Porcuna, que por curiosidad transcribo:

Nº 933.- Don Juan Félix Infante y Francisco Adriano Zumaquero, vecinos de la villa de la Higuera.

Propiedades: Bienes indivisos, una casa, un haza de 6 f. de campiña y un olivar de 28 plantas.
Nº 934.- Alfonso Ramos, vecino de la villa de la Higuera.
Propiedades: una casa (carga 3 r. 11 m.)
Nº 935.- Juan Peinado, vecino de la villa de la Higuera.
Propiedades: una casa.
(Todos estos datos incluidos los de mi antepasado están tomados del Catastro del marqués de la Ensenada en la villa de Porcuna, en su página 252).
 

Para cerrar el bucle en sentido inverso, recordar que este hijodalgo era el padre de Juan Pérez (de Valenzuela) López casado con Sebastiana Serrano, y de cuya unión matrimonial nació Juan Pérez Serrano casado a su vez con la higuereña Mariana Cortés García, abuelos de mi abuelo José María Galán Pérez.

En las Actas del Ayuntamiento de "La Higuera cerca de Arjona", correspondientes al año 1868 aparece la firma de Juan Pérez Serrano como Regidor firmante de las Actas de la Reunión Ordinaria celebrada en esa fecha.

Tomo Nº 15 del Juzgado de Paz de Lahiguera. En el se recogen los fallecimientos de nuestra localidad desde Enero de 1891 a Noviembre de 1892.

Anverso de la página 65 del Libro de Defunciones del Juzgado Municipal de Lahiguera correspondiente al año 1892.
En el folio sesenta y cinco del Registro del Juzgado de Paz de  Lahiguera, correspondiente al año 1892, se registra el Acta de Defunción de D. Juan Pérez Serrano que, trascrita textualmente, dice lo siguiente:
"En la billa de la Higuera de Arjona  a las once de la mañana del día veinte y cinco de Febrero de mil ochocientos noventa y dos, ante D. Manuel Pérez Martínez, Juez municipal, y D. Hipólito Martínez, Secretario, compareció D. Francisco Castro Galán con su cédula personal número (en blanco), natural de Fuente del Rey Provincia de Jaén, mayor de edad; estado civil casado, oficio labrador; domiciliado en esta billa en calle de Mesones; manifestando en calidad de hijo político que D. Juan Pérez Serrano, natural de esta billa, Provincia de Jaén, edad de ochenta y tres años y domiciliado en la misma falleció a la una o las dos de la mañana del día de hayer en su domicilio a consecuencia de Emorragia ynterna procedente de una herida traumática, según certificación facultativa que presenta para obtener la correspondiente licencia de enterramiento.
En vista de esta manifestación y de dicha certificación facultativa, que queda archivada, el Sr. Juez municipal dispuso se extendiese la presente acta, consignándose en ella, además de lo expuesto por el declarante y en virtud de las noticias que se han podido adquirir, las circunstancias siguientes:
Que el referido finado estaba casado en el acto del fallecimiento con Mariana Cortés García, natural de esta billa de cuyo matrimonio han dejado cinco hijos llamados, Sebastián, Juan, Cándida, Francisca y Mariana Pérez Cortés los cuales viven todos.
Reverso de la página 65 del Libro de Defunciones de Lahiguera que se conserva en el Juzgado Municipal de Paz de nuestra villa.
Que era hijo legítimo de D. Juan Pérez López, natural de Arjonilla, edad (tachado), ocupación hoy difunto, domiciliado en (tachado), y de Dª Sebastiana Serrano, natural de esta billa, también difunta.
Que según noticia tiene hecho testamento ante el Notario D. Federico Rodríguez Beltrán vecino de Andújar, y que á su cadáver se habrá de dar sepultura en el cementerio de esta población.

Asimismo se hace constar que era Católico, Apostólico Romano.

Fueron testigos presenciales D. Manuel Clemente Pérez, y D. Juan Cantero Gil ambos de estos bonos, mayores de edad y casados.

Leída íntegramente esta acta, é invitadas las personas que deben suscribirla á que la leyeran por sí mismas, si así lo creían conveniente, se estampó en ella el sello del Juzgado municipal y la firmaron el Sr. Juez, el declarante y los testigos, y de todo ello, como Secretario, certifico.

Aparecen el Sello del JUZGADO MUNICIPAL DE HIGUERA DE ARJONA y las firmas de los siguientes señores:

Manuel Pérez Martínez (Juez municipal).           

El Declarante: Francisco Castro (Galán)

Fui Testigo Manuel Clemente.    

Fui Testigo Juan Cantero.

Hipólito Martínez (Secretario)."
Portada del periódico madrileño EL POPULAR donde vino la noticia del robo y asesinato de Juan Pérez Serrano.

El periódico madrileño EL POPULAR en fecha 2 de marzo, miércoles, de ese mismo año 1892, en su número 10.095 daba la noticia del asesinato en Higuera de Arjona en los siguientes términos: 


“En el pueblo de Higuera de Arjona (Jaén) se ha cometido un horrendo crimen.
El rico propietario de aquella localidad don Juan Pérez Serrano amaneció asesinado en el lecho donde reposaba.
Los criminales se llevaron una arquita de hierro, donde suponían que la víctima encerraba algunos miles de duros. Créese que penetraron por la chimenea para consumar el doble delito de robo y asesinato.
La arquita contenía gran número de pagarés, recibos y escrituras de préstamo, y en metálico unas mil pesetas.
En una era del pueblo fue hallado el cajoncito con los documentos esparcidos, sin el metálico.”

En la página tercera del periódico madrileño El POPULAR de fecha 2 de marzo del año 1892 vienen publicadas una serie de noticias, entre la que viene el asesinato de Juan Pérez Serrano, tal como aparece en este recorte de prensa.

El periódico EL POPULAR era una publicación de cuatro páginas que reproducimos en las siguientes fotos:


En esta primera página o portada del periódico EL POPULAR  se recogen noticias nacionales e internacionales importantes, Santoral del día, Buen síntoma sobre la economía, El nuevo ministerio francés, Comentarios de prensa y Teatros.
Portada del periódico EL POPULAR de fecha 2 de Marzo del año 1892 que recoge la noticia del asesinato de Juan Pérez Serrano.


En el reverso de la Portada de EL POPULAR vienen noticias sobre: Circulación, Proyecto de clases pasivas, Situación en Motril, Por Telégrafo, Crónica oficial , Gaceta de Madrid, Balance del Banco de España, El falso Marqués de Alba y Noticias.
Reverso de la portada de EL POPULAR o página segunda.

Es en la tercera página donde a la izquierda viene la noticia del robo y asesinato de Juan Pérez Serrano. Es la sección de Noticias de España que recoge los hechos más noticiables ocurridos en nuestro país. Después viene una novela publicada por entregas, El Boletín Comercial y la referencia a la sesión de La Bolsa.
En la columna de la izquierda de esta página tercera, a mediado de página, se recogen las noticias más destacadas de sucesos del país. Entre ellas viene la del asesinato de Juan Pérez Serrano en Higuera de Arjona.
Recorte de prensa del periódico EL POPULAR de Madrid donde vino la noticia en su tercera página.
 Junto a la noticia del asesinato de Juan Pérez Serrano, se daban otra serie de noticias a nivel nacional como la llegada al Puerto de Cádiz  del vapor correo Veracruz de la Compañía Trasatlántica el sábado anterior a las doce y media, y el intento de suicidio de un joven de Valencia de 28 años que era cerrajero llamado Vicente Tamarit Santa María, que vivía en la calle del Amparo número 79, cuarto segundo. Parece que Tamarit padecía desde hace algún tiempo fuertes ataques al corazón y al pasar por la calle Valencia y producírsele el acceso trato de suicidarse con una pistola que portaba apuntando al órgano que le producía el acceso.

La cuarta y última página viene dedicada a la publicidad de este tiempo. De todo ello tomamos algunos detalles para así dar a conocer a nivel de las comunicaciones escritas el ritmo de vida de esos años. Precios de los cereales, marcha de la bolsa, etc.

Juan Pérez Serrano era un hombre de edad avanzada, había nacido en 1809, cuando murió en 1892 era un anciano de ochenta y tres años, que disponía de un capital considerable… y que para el envasado y venta de cereales, depositados en la cámara granero de su casa, había requerido una vez más de las personas de su confianza para realizar los trabajos que un agricultor mayor precisaba; por ello mandó a su “aperaor” (apeador o persona responsable de todos los aperos de labranza  de una casa agrícola importante) y a su manijero (encargado de todo lo que supone la búsqueda y seguimiento del personal contratado para realizar las labores del campo), que fuesen a envasar cereales a la cámara para disponerlos para la venta. En aquellos años, y durante muchos más antes y después, el capital en monedas se escondía donde se podía ante la falta de servicios bancarios.
El periódico EL PAÍS publicó en fecha 29 de febrero de 1892 igualmente la noticia del asesinato de Juan Pérez Serrano. Este medio de comunicación escrita que aparece en cabecera con el subtítulo de DIARIO REPUBLICANO-PROGRESISTA reaparecería años después con la cabecera que actualmente conocemos.


En la tercera página y en el apartado de Sucesos aparece la noticia del robo y asesinato. En la imagen de esta foto a la izquierda arriba aparece la noticia que reproducimos más abajo de forma ampliada.
Parte final de la página tercera del diario EL PAÍS de fecha 29 de febrero de 1892.

Final de la página cuarta del citado diario que recoge la publicidad insertada en ese día. Tal como pudimos apreciar en EL POPULAR se publicitan todo tipo de medicinas para combatir la impotencia, purgantes, pastillas antisépticas, diabetes glicosúrica, padecimientos de estómago, males venéreos, curación de tísicos, enfermos de los nervios, tratamiento de la sordera, estomacales, cuidado de la dentición, etc; aparte de la publicidad de hoteles, bebídas, cognacs, retratos, y mascaras y caretas para un carnaval próximo.Termina con el capítulo habitual de alguna novela seriada por capítulos publicados día a día.
La historia de las cajas de ahorros españolas se remonta a sus antecesores, los Positos y los Montes de Piedad, alrededor de los siglos XVII y XVIII en España. Se crean como instituciones de crédito sin ánimo de lucro con el propósito de fomentar el ahorro popular y mitigar las necesidades de los más pobres y garantizar un mínimo de previsión social.
En España hay antecedentes remotos con las arcas, los positos y montepíos, instituciones benéficas que proporcionaban préstamos con garantías prendarías en unas condiciones favorables. Los Positos son los precursores de los Montes de Piedad. Aparecen durante el Antiguo Régimen, teniendo lugar su impulso durante los siglos XVII y XVIII. Su principal cometido era hacer acopio de grano (principalmente de trigo y centeno) para prestárselos a los labradores, en épocas de escasez, con réditos moderados, por ejemplo, en la provincia de Segovia, según la Reseña Geográfica y Estadística de España de 1888, en 1885 había 76 edificios pertenecientes a positos, cuyo capital ascendía 257.976,35 pesetas. Fueron desapareciendo a medida que otras instituciones cubrieron dichas necesidades.
Estatua en bronce de D. Francisco de Piquer y Rodilla creador del Monte de Piedad de Madrid  en 1702.
Monte de Piedad de Madrid hacia 1920. Estatua del Padre Piquer.


Se dice que el primer establecimiento implantado en España fue el Monte de Piedad de Madrid, iniciado por el Capellán del Convento de las Descalzas Reales de Madrid, Francisco de Piquer y Rodilla, en 1702, cuyas oficinas se abrieron el 1 de mayo de 1724, aunque realmente el primero fue el Monte de Piedad de Dueñas, fundado hacia 1550 en Dueñas (Palencia) por Fadrique de Acuña, conde de Buendía. El Monte de Piedad de San Francisco fue establecido en la villa de Cuellar (Segovia) el 24 de abril de 1636 por Agustín Daza, secretario de Felipe IV de España. El 1 de enero de 1750, se funda el "Monte de Piedad Nuestra Señora de la Esperanza".
Los posteriores Montes de Piedad, que se fusionaron con las cajas de ahorros nacieron en el siglo XVIII según el modelo elaborado para el Sacro y Real Monte de piedad de las Ánimas del Purgatorio de Madrid. Aparecen en el marco de una sociedad muy castigada por la Guerra de la Independencia, con el fin de luchar contra la usura que sufrían los pequeños agricultores en los momentos de malas cosechas.

Monte de Piedad de Jérez de la Frontera. Primera Caja de Ahorros de Andalucía (24-02-1834).

En Andalucía la primera caja de ahorros fue la de Jerez en 1834 en Jerez de la Frontera, al año siguiente, una real Orden estableció como objetivos de las Cajas recibir depósitos que devengarían intereses a corto plazo con miras a propagar el espíritu de economía y trabajo. El retraso es menor en las Cajas de Ahorros como evolución a partir de los Montes de Piedad, que surgieron en España en la primera mitad del siglo XIX. La caja de ahorros más antigua fue fundada el 24 de febrero de 1834 en Jerez de la Frontera por el Conde de Villacreces, según se menciona en la Real Orden de 3 de abril de 1835. Desapareció al poco tiempo y tuvo que volverse a crear por Real Orden de 19 de noviembre de 1859.
El 1 de febrero de 1835 abría sus puertas al público la Caja de Ahorros y Previsión de Madrid, gracias al empuje de ilustres personalidades como el Marqués de Pontejos, Ramón Mesonero Romanos y Francisco Acebal Arratia, siendo, desde el punto de vista jurídico, la primera Caja de Ahorros, aprobada por Real Decreto de 25 de octubre de 1838.
La primera norma oficial sobre cajas de ahorro es la célebre Real Orden de 3 de abril de 1835, firmada por Diego Medrano, a la sazón ministro de Gobernación, que además de definir lo que se espera de las cajas, iba encaminada a animar a los gobernadores civiles para que propusieran los medios adecuados para su fundación en cada provincia. Fruto de esta Orden, que exhibe una prosa típica del liberalismo decimonónico, fue la creación de la Caja de Madrid en ese mismo año; luego, para dar un nuevo impulso al movimiento del ahorro se publicó otra Real Orden en 1839, que supuso un verdadero llamamiento gubernamental instando a las autoridades provinciales a la creación de cajas de ahorros. Como consecuencia de esta norma se fundaron once entidades: Granada en 1839; Sagunto y Valladolid en 1841; Sevilla, Santander, La Coruña y Valencia en 1842; Barcelona en 1844; Burgos y Cádiz en 1845 y Vitoria en 1850. Y al amparo de un posterior Real Decreto de 1853 regulando de forma minuciosa el funcionamiento y la organización de las cajas, se registró una nueva oleada de fundaciones: en 1859, Sabadell; en 1863, Mataró, Málaga, Jerez y Jaén; y en 1865, Manresa. Como podemos comprobar la primera entidad bancaria en Jaén se creo en el año 1863.

Ocurrió que durante el trabajo de envasado del grano almacenado salió uno de los saquillos de monedas, y Juan Pérez Serrano se confió a sus empleados de que escondidos entre la mies tenía más. Razón que llamó la atención de los citados dos empleados, que él suponía de su confianza, y fue lo que propiciaría la trama del robo de la fortuna aludida, dado que ellos eran conocedores de la casa y de la manera de entrar y buscar los mencionados saquillos de monedas.
Sobre la existencia en la casa de su esposa (Mariana Cortés García) en esa noche del robo y asesinato nada podemos confirmar, desconocemos si la esposa se percató del robo y asesinato, y se quedó oculta en otra habitación, si como se refería dormían en dormitorios próximos; relata el periódico EL POPULAR que amaneció asesinado en el lecho donde reposaba, se supone sería colocado en el lecho tras el asesinato una vez perpetrado el robo de la arqueta metálica que contenía los miles de duros por valor de unas mil pesetas, gran número de pagarés , recibos de préstamos y escrituras
 


Parece ser, por otra parte, que este comentario quizá algo presuntuoso o fanfarrón por parte de Juan Pérez Serrano, fue el que se generara el plan de robo y causa directa de los hechos posteriores que concluyeron en su asesinato, ante el descubrimiento de los ladrones; otros consideraron hasta cierto punto normal que el hiciese ese comentario entre sus empleados, a pesar de considerarse una gran imprudencia en cualquier caso, por parte de Juan Pérez Serrano conocido en el pueblo como el “Granaero”. Parece que Juan Pérez Serrano ya nació con el apodo puesto, dado que en conversación con algunos conocidos originarios de Arjonilla, conocí a una familia que aseguró que en esta villa vecina hay un grupo de personas que los apodan también como descendientes de los “Granaeros”, lo que hace suponer que el apodo le venga de antiguo al hijodalgo. Queda la duda si el origen del apodo “Granaero” se lo ganó su padre Juan Pérez López  que posiblemente formó parte del grupo de escogidos granaderos que creo en General San Martín, siendo capitán, para la Batalla de Bailen en 1808. Juan Pérez López natural de Arjonilla, era hijo del hijodalgo Antonio Pérez de Valenzuela originario de Villa del Río (Córdoba).

 
Suponemos que el apellido “de Valenzuela “, del hijodalgo Antonio Pérez de Valenzuela (originario de Villa del Río), fuese el apellido de su madre, y suponemos que su hijo Antonio Pérez López no perdería esa condición de hijodalgo, pues era considerado desde tiempo antiguo y así se hacía valer porque venía sucediendo que el hijo de padre Fidalgo era Fidalgo, aunque su madre no fuese noble, y, en cambio, el hijo de padre villano no era noble, aunque la madre lo fuese. La viuda noble perdía la nobleza si casaba en segundas nupcias con un villano, pero sí de nuevo enviudaba, recobraba la nobleza. Para ello debía ir con una albarda al sepulcro del difunto, y golpeando con la albarda la sepultura, debía repetir por tres veces:”Villano, toma tu villanía y dame mi fidalguía”.

Juan Pérez Serrano era uno de los adinerados del pueblo y, delante de sus criados, presumió de su riqueza llegando hasta a mostrar el lugar en que guardaba parte de su capital escondido. Dentro de mi familia hubo opiniones manifestadas por sus herederos en uno y otro sentido, de haber sido hasta cierto punto engreído o de haber sido víctima de una confianza impropia con sus empleados más allegados.


De este asunto hasta cierto punto reservado, y del que en mi familia desde niño no había tenido más que referencias de personas de mi generación o mayores ajenas a la familia, el tema y descripción de los hechos no fueron tratados nunca delante de mí siendo niño o adolescente, la mayoría de las referencias vinieron con el paso de los años, y las preguntas hacia las personas que podían ilustrar nuestro conocimiento del tema en cuestión. Han pasado muchos años desde 1892, y ahora que estamos los herederos de todos los protagonistas en edad avanzada, camino de los últimos años de nuestras vidas, abordo el tema sin pretensión de juzgar lo ya juzgado, ni de volver a herir ninguna susceptibilidad por los herederos de la parte interviniente en tan luctuoso hecho.



Fueron tres los hombres que decidieron robarle a Juan Pérez Serrano: Juan de Dios, “Cachetico”, y otro del que no conozco nombre, ni apodo, pero que tengo referencia de la familia a la que pertenecía, tal vez se apellidaba Pérez. Los hijos de los nietos de Juan Pérez Serrano (bisnietos) siempre tuvieron estos hechos presentes a la hora de tener relaciones personales con los herederos de los inculpados de asesinato, los tataranietos, hijos de ellos olvidamos lo sabido y no tuvimos tan en cuenta los hechos acaecidos a finales del siglo XIX, aunque nunca hubo mezcla entre familias. Ahora el tiempo lo hace olvidar todo, y ya no es el suceso de finales del siglo XIX, más que una anécdota en mi familia, que muchos de nuestros hijos incluso desconocen.
En esta foto de la Semana Santa del 2014 podemos ubicar la casa donde vivía Juan Pérez Serrano. Hoy pertenece a la familia formada por Juan José Ahumada y Loli Arroquia. Es la primera de la izquierda con gran voladizo de la terraza del balcón. (Foto de J.J. Mercado).
Los tres se metieron por la chimenea de la casa hoy números 33 y 35 de la calle Real (hoy Ramón y Cajal), justo el solar en que hoy está construida la casa de Juan José Ahumada Martínez, era una casa de planta baja que tenía la puerta de entrada en la parte más próxima al Cerrillo y una serie de 4 ventanas y una ventana pequeña para dar ventilación al sótano que todavía persiste en dicha casa, justo en la parte de abajo, la más próxima a la casa de Angelita Jeán Ahumada, y que por encima de la planta baja de vivienda, tenía la cámara o granero donde se guardaban los cereales recolectados de la cosecha de cada año , en espera de la mejor ocasión de venta.

Según hemos podido comprobar en los mercados de las poblaciones castellanas el precio del trigo blanco estaba al precio de 43 reales la fanega; el trigo rojo a 44, la variedad  álaga a 43. El centeno a 29 reales la fanega, la cebada a 25, la avena a 19; las habas a 30 reales la fanega; los yeros a 31; la harina de 1ª a 14 reales la arroba; la de 2ª a 13 y la de 3ª a 11.
Estos precios están tomados de la página del periódico EL POPULAR DE Madrid donde salió la noticia del asesinato de Juan Pérez Serrano, concretamente es de la lonja de Briesca en Burgos el precio de los cereales el día 29 de Febrero del año 1892 (año bisiesto).
También se dan otros datos como la tendencia del mercado sostenido, las pocas compras realizadas, el tiempo frío y el estado de los campos por esa fecha considerado allí como bueno. Se dan valores de cereales de Valoria la Buena de Valladolid con precios aproximados en el que se incluye también el vino a 63,4 reales el cántaro.

Para deslizarse por la chimenea abajo hasta el interior de la casa, los ladrones atravesaron el palo de una silla en el cuadrado o rectángulo de la parte superior de la chimenea, el más largo, el que va del suelo hasta arriba del espaldar de la silla, y al palo ataron una cuerda y por ella bajaron descolgándose hasta en chupón de la casa. Se dice que desde entonces, y ante el revuelo del sobresalto del asesinato, a todas las chimeneas de las casas de La Higuera les pusieron unos hierros atravesados para que nadie pudiera entrar por allí a las casas.


Parece ser que Juan Pérez Serrano, el dueño de la casa oyó ruido y acudió sobresaltado para ver qué ocurría, entre la una y las dos de la mañana. En la trifulca del momento del encuentro del propietario con los ladrones, Juan llegó a reconocer a uno de los ladrones, (dos eran sus empleados) y se establece más o menos el siguiente diálogo:

— ¡Ay, Cachetico, ya te he conocido! —dice precipitadamente Juan el “Granaero”. —Los tres malhechores se miran atónitos, sabían lo que aquello suponía para ellos. Juan “el Granaero” era una persona muy adinerada que había mantenido una prolongada actividad política en el Ayuntamiento de la villa, ejerciendo en varias legislaturas municipales el cargo de Regidor primero o segundo en unos y otros casos de cargos municipales, como era habitual entre los mayores contribuyentes de la villa de La Higuera cerca de Arjona.

Descubiertos: –exclama Juan de Dios—

— ¡Mátalo! ¡Mátalo o, yo, te mato a ti! Nos delatarías.

“Cachetico”, titubeante, saca una navaja y le asesta una puñalada en el pecho a Juan Pérez Serrano. La herida no es mortal; pero para agilizar la muerte del herido, Juan de Dios coge un orinal de pedernal y le asesta un fuerte golpe en la cabeza, y lo mata.
Al amanecer del día veinticuatro de febrero de 1892, se descubre el crimen que debió producirse entre la una y las dos de la mañana según consta en la declaración de su yerno Francisco Castro Galán, que casado con una hija de Juan Pérez Serrano vivía en la calle Mesones. La declaración  ante el Juzgado Municipal de la villa se realiza a la mañana siguiente en fecha veinticinco de febrero de 1892. 


En el recorte anterior del periódico EL POPULAR viene igualmente al final el parte meteorológico del tiempo de la semana anterior a la fecha 29 de febrero de 1892. En ese parte meteorológico de la fecha 29 de febrero de 1892 de la región castellana (Burgos y Valladolid) dice que “ha llovido y nevado con abundancia en la semana anterior y primeros días de la presente, lo que ha sido muy beneficioso para los sembrados que presentan hermoso aspecto”.
Como es habitual los campos de nuestra villa recibieron menos lluvia que los castellanos viejos en la semana anterior; pero si confirma este parte del tiempo reflejado en el periódico EL POPULAR, que como suele ocurrir nos llegase los influjos de la borrasca del norte; por lo que nos llegó una lluvia fina insignificante que sirvió para marcar los pasos de los tres ladrones y asesinos de Juan Pérez Serrano en la noche del 24 de febrero de 1892 y la madrugada del 25.


En la noche, mientras ocurren los hechos, llueve, es poquísimo; tan sólo una leve película de agua había mojado las calles; pero en las calles quedaron marcadas las pisadas de los delincuentes. Las autoridades las siguen y conducen hasta la casa de Juan de Dios en la Cuesta de los Caballos, subiendo a la izquierda, donde termina la pendiente más pronunciada de la cuesta.
Allí, en la cámara o granero encuentran la silla sin  el palo, el palo era el que estaba en la chimenea del asesinado, fue la prueba definitiva que los condenó.
Antiguo Penal del Puerto de Santa María. Abajo Comedor de presos.


Juan de Dios cumple su condena en una prisión del norte de África, desconocemos si en Ceuta o en Melilla. Era un hombre con una fuerza colosal, digamos que bastante respetado o temido por ello por los congéneres de la villa. En el penal africano cuentan que para asombro y admiración de todos los allí presentes, cargó con una pila de piedra que nadie podía siquiera mover. En la prisión a los presos les daban esparto para hacer cestos, espuertas...un trabajo con que ocupar los periodos de internamiento por la condena. Él escondía parte del mismo para hacerse de una soga que trenzaba, en su celda, por la noche, con miras a su huida del penal. Periódicamente por la ventana la deslizaba según iba creciendo en longitud, para calcular lo que le quedaba por hacer y poner en marcha sus propósitos de fuga, y así seguía, noche tras noche, hasta comprobar que era suficientemente larga como para descolgarse y llegar al suelo, una vez desprendida la verja de la ventana con su fuerza colosal. Pero el plan falló porque la soga tropezó con una cornisa, intermedia entre la ventana y el suelo, lo que le hizo pensar que había llegado al suelo como tope de la bajada y así poder escapar del penal que lo recluía. Arrancó la reja de su celda y pensando que la soga era suficientemente larga se dejó caer, pero sólo llegó hasta la cornisa, se dio cuenta tarde de su error, pero ya no podía volver atrás, se tiró al suelo, partiéndose las piernas, no pudo huir.
Fuerte del Sarchal que durante años fue prisión de mujeres de Ceuta. En esta prisión se puede ver una cornisa del tipo de la que se enterpuso en el camino a Juan de Dios hacia su liberación.

De Juan de Dios siempre recordaban en el pueblo su fuerza, dicen que era pequeño de estatura, pero de una fortaleza física inusual, era todo músculo (algunos decían  que parecía un gorila por la fortaleza de su musculatura). Tenía unas pocas cabras y cuando iba a por ramón para ellas, no llevaba hacha ni hocino, resquebrajaba las ramas del olivo, como si fuesen hojas de papel. Por las referencias que me dieron sobre el año 1910 estaba en La Higuera. Desconocemos la cuantía de años de la pena de cárcel impuesta. Los hechos, del asesinato, ocurrieron en 1892 sin saber los años de reclusión a los que fue condenado.



A “Cachetico”, el manijero o aperaor, otro implicado en el asesinato de Juan Pérez Serrano lo mataron, en el norte de África, posiblemente en Ceuta, de una puñalada. Parece que le había quitado la mujer a un moro, y el moro fue quien lo apuñaló.



De la otra persona implicada en el asesinato no conocemos cual fue su penal de destino, tras su paso por la Prisión del Puerto de Santa María, parece que primera reclusión de los tres tras ser juzgados.
 
Para comprender todas las posiciones de las personas protagonistas, simplemente recordar que eran otros tiempos, a pesar de no dejar de ser el asesinato de un anciano de ochenta y tres años; pero no podemos juzgar ahora desde nuestra perspectiva actual, las relaciones de los grandes propietarios con sus empleados del campo en ese tiempo; las mentalidades cambian con el tiempo aunque un delito así continúe siendo un lamentable y gran delito hoy, y lo digo ahora en esta época del primer cuarto del siglo XXI, en que nuestra mentalidad ha cambiado considerablemente en pocos años, una época del relativismo moral en la que todo es relativo.  En aquellos años los poderosos  económicamente se creían con todo el derecho a ejercer su poder económico, sin caer en la cuenta de la vida difícil que llevaban sus empleados agrícolas, con unas condiciones sociales y laborales bastante duras, como sufría todo el campesinado del siglo XIX, en unos años de malas cosechas, en los que los más empobrecidos no podían aspirar ni a tener trabajo.
Actas del año 1875 en las que figura Juan Pérez Serrano como regidor del Ayuntamiento de La Higuera cerca de Arjona.


En España, una centuria antes del suceso en la Higuera de Arjona en 1892, el 70% de la población del país vivía del campo, si bien no todos los que habitaban en los medios rurales se dedicaban a la agricultura, sí lo hacía la mayoría. En 1797 en torno a un 70% de la población vivía preferentemente del campo entre rentistas, labradores, ganaderos, jornaleros, criados y pastores. Este porcentaje había disminuido unas decenas de años después hasta llegar al 62,5% en 1860 y el 59% en 1877, tan solo unos 15 años antes de que  se produjese el asesinato. Hago referencia a estas fechas para entrar en la situación social y laboral que tenía el campesinado.  En aquellos años el modelo social se trasmitía a través de los años sin que se produjesen cambios en las estructuras sociales, la vida y costumbres de las nuevas generaciones se asemejaba totalmente a la de sus antepasados de generaciones anteriores.
Muestra de la publicidad en la página cuarta del Periódico EL POPULAR de Madrid que publicó la noticia del asesinato. En este recuadro se da información que avala a las Píldoras antisépticas del Doctor Audel, de amplio reconocimiento por parte de las Academias de Medicina de Paris, Bruxelas y Livorno en Italia. La publicidad no puede ser más concluyente para muchos afectados de Tisis o Tuberculosis: Curaba todos los casos de Tísicos de primer grado, el 80% de los del segundo y el 11% de los afectados en tercer grado. Toda una serie de propiedades que al precio de 10 pesetas se podía adquirir en las boticas cuando en jornal se pagaba en pocos reales. La Tisis era una enfermedad que se cebaba en la población más empobrecida a causa de una alimentación deficitaria y unas condiciones sanitarias escasísimas en los hogares.


Es el Censo de 1797 es el que especifica con más detalle el porcentaje de los sectores sociales, que vivían colgados de la agricultura, concretamente y refiriéndose a los cabezas de familia: 805.235 eran jornaleros, 364.514 labradores propietarios, 507.423 arrendatarios. A esta última cifra hemos de agregar el 68% de los hidalgos (de ellos 273.400 personas eran consideradas como labradores), 141.844 individuos vivían de la ganadería y la caza, y 1.323 nobles eran considerados como propietarios rentistas. En total, dos millones cien mil individuos que se convierten en casi ocho millones de personas, si tenemos en cuenta los demás miembros de las familias de cada uno de los sectores apegados a la agricultura, si aplicamos los correspondientes índices para contabilizar los demás miembros de sus familias, que también vivían directa o indirectamente del campo. Así llegamos a que ocho millones, que son algo más del 70% de la población nacional, vivían del campo en España en 1797. Aunque las cantidades absolutas aumentan entre 1797 y 1860-1877, la proporción disminuye a un 62,5% (1860) y 59,1% (1877), tal como vimos anteriormente.



También anteriormente hemos tratado de algunos grupos incluidos entre los que vivían del campo, ahora desde el sector de propietarios que estaba formado por: la nobleza, hidalgos, burguesía agraria, ganaderos propietarios, y labradores medios. Pero todos ellos venían a suponer poco más del 20% del total nacional.
Sólo nos queda pues, referirnos a la otra parte mayor de la población española, que vivía del campo y que se podían clasificar en tres grupos básicos: jornaleros, criados agrarios y pequeños labradores que simultaneaban su propia labranza con el peonaje en casas agricultoras de grandes patronos.

Como curiosidad adjunto recorte de los precios que se establecieron para los anuncios publicitarios en el periódico EL POPULAR de aquella fecha. En ellos podemos comprobar como muchas de las cabeceras de los diarios nos son hoy familiares.

Si bien se produjeron durante estos años importantes cambios entre los labradores medios y en ciertos grupos urbanos, cuando comparamos la situación de 1860 con la sociedad española de finales del siglo XVIII anterior, observamos pocas modificaciones en el mundo rural de las clases bajas. Estos siguen siendo la gran mayoría de la población que vive de la agricultura.
La población campesina de este tiempo, no tiene unos rasgos bien definidos, que nos permitan diferenciar claramente, en los que componen los censos, entre los labradores acomodados y medianos, con explotaciones suficientes, y el gran número de pequeños labradores, con tierras en cantidad insuficiente para la subsistencia de su familia. Lo mismo ocurre entre estos últimos y los jornaleros sin tierra, y muchos artesanos que complementaban sus ingresos con el trabajo como jornaleros, o viceversa. Y, por último, había que diferenciar entre el grupo anterior y los llamados “pobres de solemnidad”, cuyo trabajo como jornaleros les producía unos ingresos que no les llegaban para comer buena parte del año. Esto no es sino reflejo de las necesidades que se daban en los más empobrecidos, especialmente en algunas zonas de España, donde los pequeños agricultores tenían que trabajar como jornaleros para completar sus ingresos, y del peligro que periódicamente acechaba a los jornaleros de quedarse en la indigencia ante la falta de trabajo en el campo con una climatología irregular a la que seguía años de hambres.

En los diarios de aquellos tiempos no faltaban los capítulos de alguna novela, que convenientemente seriados por entregas, servían para distraer a la clientela femenina y masculina que pertenecían a ese 10% de ciudadanos que sabían leer y escribir. En esta caso se trata de la novela UNA ENVENENADORA, que siendo de un autor francés había sido traducida para los escasos lectores españoles que compraban el periódico.


El proletariado agrícola (jornaleros y criados) era el predominante en la sociedad española de todo el siglo XIX, aunque hubo una ligera y lenta tendencia decreciente, que correspondió a la emigración del campo a la ciudad (emigración que fue considerable desde el punto de vista de las ciudades, que en aquellos años tenían muy poca población; pero que ese incremento de población apenas fue perceptible, hasta bien entrado el siglo XX, entre las masas de campesinos, que buscaban en la ciudad la solución a la indigencia del jornalero, y que además con el paso de unos pocos años, con la seguridad del sustento por el trabajo, tenían un considerable aumento vegetativo, dándose un incremento del número de hijos entre los emigrados a las ciudades).
El jornalero es el prototipo más abundante del trabajador de buena parte de las zonas de España. Si bien es el más predominante en la España al sur del Tajo, que era propiamente la zona del latifundio, donde el campesinado existía y existe en mayor medida que en el resto del país. El mundo rural reflejaba al mismo tiempo la diversidad geográfica del país, y los efectos de siglos de historia con la Reconquista y la creación de los latifundios nobiliarios.
En EL POPULAR se daba cuenta de la Sesión de la Bolsa de Madrid  con las cotizaciones oficiales de la sesión del 29 de Febrero de 1892.


Una gran parte de estos jornaleros sufría un paro estacional. Trabajaban en el campo pero con escasos jornales, que  sólo cubrían la mitad de los días del año. Estas circunstancias de trabajo estacional inseguro y el hambre les hacían ofrecerse frecuentemente a mujeres y niños, como peones para el trabajo en el campo por un salario menor, para de esta forma poder completar los cortos ingresos del cabeza de familia. Con ello se aumentaba las manos disponibles para el trabajo agrícola. Una escasa alimentación, horarios de trabajo de sol a sol y unas condiciones de vida, en el mejor de los casos, difíciles, repercutían en un menor rendimiento en el trabajo y, por tanto, también en la productividad de las explotaciones agrícolas de los dueños, que también sorteaban con los precios de los granos.
En el año 1873, Juan Pérez Serrano era regidor municipal de la villa de La Higuera de Arjona. En el folio numerado aparece su rúbrica en la columna de la izquierda en primer lugar.
En numerosas Actas del año 1875 se recoge la firma de Juan Pérez Serrano como regidor municipal. En la reunión del 15 de Enero de 1875 presidía la reunión del Ayuntamiento el Alcalde Felipe Martínez Medina, con la asistencia de los demás regidores: D. Domingo Sebastián Fuentes, D. Juan Pérez Serrano, D. Juan Pérez García, D. José Ramos Mercado, D. Manuel Giménez Vicaría, D. Francisco Agudo Cubillas, D. Sebastián Pérez Mercado y D. Juan José Mercado.


La división entre los pequeños labradores: propietarios y arrendatarios, y jornaleros sólo puede inducir al error, muchos de los labradores pequeños propietarios poseían sólo parcelas minúsculas, que apenas les permitían vivir como no fuera auxiliándose de otras ocupaciones, la mayoría de las veces trabajando también como braceros. Por otra parte, en la categoría de los arrendatarios había un abismo entre los que, al amparo de contratos a largo plazo, podían considerarse seguros de la posesión de la tierra, y los que corrían el riesgo de ser despojados de ella periódicamente, por finalización del contrato de labranza y cultivo de las tierras arrendadas.
Hemos visto cómo el número absoluto de labradores permaneció estable en el largo período de tiempo que va desde 1797 a 1860. Sin embargo, el número de jornaleros y criados agrícolas aumentó considerablemente en esos mismos años. Quienes vivían de estos trabajos (población activa más dependiente) pasó de unas 3.600.000 personas a casi 5.400.000. Igualmente aumentó su porcentaje con respecto al total de la población nacional (del 32% al 37%).
La conclusión es que el crecimiento demográfico, en lo que se refiere al mundo agrario, incrementó el número de jornaleros y criados para una agricultura escasamente productiva. Si aumentaba la población proletarizada un ritmo mayor que crecía el trabajo, y los recursos disponibles eran escasos para los propietarios, por baja productividad y climatología irregular, pensemos que, con todo ello, el problema social de un amplio sector de la población rural  estaba servido.

En este recorte de prensa del citado diario madrileño se da información de las líneas que hacían el servicio de correos con ultramar con expresión de  los diferentes lugares y sus fechas.

Las cifras globales nos orientan sobre lo que ocurrió con los jornaleros, pero a la hora de analizar la estructura interna del sector agrario español, la diversidad regional, como nos la explica Domínguez Ortiz nos puede acercar un poco a la realidad. En 1797, sólo la fachada cantábrica, desde Galicia al País Vasco, tenía menos del 25% de jornaleros entre sus trabajadores. Estos eran más del 25% y menos del 50% en Castilla la Vieja, León (salvo dos enclaves en Zamora y Palencia), Aragón, Navarra, Levante y parte de Castilla la Nueva, fundamentalmente al norte del Tajo. Una tercera categoría, con más del 50% de jornaleros y menos del 75%, englobaba a una amplia zona española desde Murcia hasta Extremadura, que incluía buena parte de Castilla la Nueva y, más al sur, parte de Andalucía Oriental. Además, hay que añadir en este grupo algunos enclaves de Castilla la Vieja y León, Cataluña (no todo es Barcelona), Baleares y Canarias. Por último, con más del 75 % de jornaleros, toda la Andalucía Occidental y el resto de la Oriental (Córdoba y Jaén) a la cual pertenecemos.

En todo caso, allí donde en 1797 había un mayor número de labradores, en 1860 nos encontraremos un mayor número de éstos y, sobre todo, más fuertes. En contrapartida, donde había más jornaleros éstos aumentaron por el propio crecimiento demográfico y en detrimento de los pequeños labradores, muchos de cuyos descendientes acabaron convirtiéndose también en nuevos jornaleros.
Resulta curioso el Balance que de la semana anterior da el Banco de España en la fecha del 2 de marzo de  1892. Tal como estaba previsto y era esperado la situación de recursos del Banco de España por las reservas de oro y plata se han elevado levemente resultando en conjunto una garantía mayor que la inmediatamente anterior; pero en baja en más de millón y medio sobre la semana anterior.

Entre los trabajadores del campo, otro grupo tenía ocupación estable en las explotaciones de los labradores acomodados o de los propietarios absentistas. En este último caso, las fincas eran administradas por un capataz o manijero. Los criados, como se denominaba a estos empleados fijos, solían vivir hacinados en casas con escasas condiciones de habitabilidad y, como en el caso de los jornaleros, todos los miembros de la familia, desde niños a viejos, trabajaban en mayor o menor medida en cada casa. El recurso al criado fijo era propio del labrador acaudalado. Existía también la figura de la criada que ayudaba al ama a las tareas del hogar y al cuidado de la crianza de los hijos. Por lo regular, muchas de estas mujeres vivían en la casa del ama, que asimismo las vestía y alimentaba. Las criadas percibían normalmente una pequeña cantidad en metálico como sueldo, que frecuentemente era sustituida por aportaciones en especie que entregaban a la familia de la criada para su mantenimiento.
No faltaban por aquellos años los “vividores” que realizaban toda clase de estafas  en Francia y Bélgica usando el título de Marqués de Alba. Ya sabemos que la Casa de Alba posee más títulos nobiliarios que la misma Casa Real Española. Los aventureros ilustrados usaron este título para ir de gratis por estos países europeos, esta vez acompañado de un caballero industrial italiano, personaje misterioso cuya identidad no había podido establecerse.

En Andalucía los pequeños labradores, cultivaban pequeñas porciones de tierra, y por tanto precisaban vender parte de sus cosechas inmediatamente, porque lo necesitaban para mantenerse y pagar sus deudas a los usureros, que les prestaban dinero cuando la situación era insostenible. El resto de la cosecha la utilizaban para su sustento. Como señala Domínguez Ortiz con frecuencia muchos de éstos simultaneaban el cultivo de su pegujal con el alquiler de sus brazos a un labrador más poderoso económicamente.

Los pequeños labradores, agobiados por las deudas y la escasa productividad de sus fincas, que muchas veces llevaban en arrendamiento, sucumbieron ante la demanda de tierras de los labradores acomodados y nuevos terratenientes, generadores de un latifundismo de nuevo cuño que vino a incrementar el antiguo latifundio nobiliario. Muchos de los hijos y nietos de estos pequeños agricultores con escasas propiedades acabaron también trabajando fundamentalmente como jornaleros, aunque conservasen un pequeño pegujal de antepasados, que completaba los escasos ingresos del jornal. Como se ve la estructura agraria no ha cambiado demasiado salvo en los sueldos de los jornales.

La adaptación a los cambios económicos y sociales fue muy diferente en las diversas zonas de España. En el norte hubo  una muy temprana emigración desde el siglo XVIII, de la población trabajadora del campo sobrante que, en mayor o menor medida, continuó a lo largo del siglo XIX. Durante este siglo, buena parte de los campesinos fueron adaptando sus explotaciones en función del mercado y muchos reconvirtieron sus explotaciones agrícolas en ganaderas.

En este recorte del periódico EL POPULAR de fecha 2 de marzo de 1892, se da como buen síntoma para los intereses españoles y la economía española la reunión celebrada en Buenos Aires por la Cámara de Comercio de ambos países con la presencia interesada de notables comerciantes españoles con el fin de intercambiar ideas y estrechar las relaciones mercantiles entre los dos países.

Ya en lejana fecha 30 de Mayo de 2012 publiqué en estas páginas un artículo titulado: LOS CABALLEROS HIJOSDALGOS DE HIGUERA DE ARJONA. Su enlace es:


http://lahiguerajaen.blogspot.com.es/2012/06/los-caballeros-hijosdalgos.html



Fijodalgo o Fidalgo, antes e hijodalgo o hidalgo después es tanto como decir infanzón o noble de linaje. El hijodalgo debía tener como notas distintivas de su estado, ser descendiente de solar conocido, o que, según el Fuero Viejo de Castilla devengase quinientos sueldos de oro, o no pagar pechos, es decir, no satisfacer los gravámenes o prestaciones que pagaban los demás hombres ya fuesen libres o siervos.
Sabemos que hidalgo, como se dice en la actualidad, deriva de hijodalgo, que a su vez deriva de “hijo de algo” y antes “fijo de aliquo”. Esto nadie lo duda, y así está admitido por todos los historiadores y lingüistas. La duda histórica ha sido solamente la que corresponde a la acepción “aliquo”.
 Algo, se dijo en latín “aliquod”, y es pronombre indeterminado o indefinido, cuando lo usamos para designar una cosa que no se quiere nombrar. O es adverbio para expresar cantidad pequeña. De este modo “fijo d`aliquo” es hijo de algo, y a este “algo”, en una interpretación lata, le atribuimos el sentido de patrimonio, y el significado a la palabra hidalgo de “hijo de algún patrimonio”.
La coincidencia fonética de ambos términos nos lleva a esta llana conclusión desde hace mucho tiempo, pero examinando otros significados llegamos a una duda razonable y consistente.
Hidalguía significa nobleza heredada, nobleza que se tiene por linaje, o nobleza de sangre para diferenciarla de la que se obtiene por título. En esta acepción hijodalgo viene a ser hijo de nobleza heredada o hijo de linaje noble. Es desde esta perspectiva cuando el significado de “aliquo” como “algo” deviene lato.
En castellano encontramos una palabra que ayuda a otra conclusión: alícuota. Es adjetivo, de “aliquot”. Parte heredada, llamada así la proporción que legítimamente corresponde a cada heredero, y que juntas cubrirán un todo, el caudal relicto del causante.
Si vemos que en la contracción de la palabra se usa la preposición “de” (fijo de algo-hijo d`algo) en lugar del genitivo, podemos afinar que estamos en una construcción en plena decadencia del latín clásico y su transición al romance en una posible evolución fonética: filius de aliquis, filio de aliquod, fijo d`aliquo, fijo d`alquo, hijo d`algo.
“Aliquo” puede venir de algo, como de alguien, o alguno. Y tiene más sentido en atención a su significado, que derivase de un adjetivo o de un pronombre que de un adverbio. Alguien viene de “aliquem” que es acusativo igualmente de “aliquis -qua -quid”, y algún, o alguno, es “aliqui (-quo, -quis)-qua -quod (quid).
También en castellano se conserva “ser alguien” como expresión familiar de “persona de alguna importancia”.
Y aquí se abre el diálogo a la interpretación; pero conocemos el sentido exacto de hijodalgo, y de éste no hay duda, entonces “aliquo” pudiendo derivar de “algo”, “alguien” o “alguno", gana precisión en su acepción de “alguien” referido a herencia, o hijo de “alguien” referido a un nombre o linaje reconocido.
La hidalguía tuvo su fase de esplendor allá por la lejana época de la baja Edad Media, pero terminada la Reconquista, su decadencia fue notoria hacia el año 1500, viéndose entonces los hijosdalgo obligados a nutrir las filas de los tercios imperiales españoles o servir como empleados de la administración civil, ambos empleos usados como el mejor medio de escapar a una situación, a la que las más de las veces se veían empujados por su estado de pobreza mejor o peor disimulada según los casos. Estos eran por lo común hidalgos de gotera, porque su consideración como tales en sus poblaciones no iba más allá de los límites del lugar, aldea, villa o ciudad de su residencia. Ser hijosdalgo por los cuatro costados significaba que también o eran o lo habían sido sus cuatro abuelos: eran los hidalgos solariegos o de linaje. Algunos aunque pocos adquirieron la condición de hijosdalgo por privilegio de la realeza al padre, que había tenido doce hijos varones seguidos por las necesidades de soldados, que el país requería y fueron  llamados hijosdalgo de la bragueta. También abundaron los hijosdalgo de privilegio, porque el goce de su hidalguía lo habían conseguido por servicios hechos al rey, en las armas con ocasión de guerras, y algunos frecuentemente compraron su hidalguía por la suma de tres mil ducados más o menos.



Era el mío un intento de aproximación a la historia de nuestra villa allá por el siglo XVIII, que me sirvió para conocer lo referente a los personajes que podían constituir lo más granado de la sociedad higuereña de este tiempo, para lo cual tomé de referencia el libro: Hidalguías de Jaén escrito por D. Mariano Sáez Gámez (1979), publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid). En la citada publicación en su página 103 y 104 aparecen relacionados en su apartado b) los caballeros hijosdalgo  de Higuera de Arjona, se trata de la relación de seis personajes varones que eran reconocidos por ese título, después se citan diez caballeros hijosdalgo de Andújar residentes en Higuera de Arjona, a continuación dos de Jaén también residentes, uno de Úbeda, otro de Arjonilla, otro de Villa del Río también residentes, y termina la relación con el médico Miguel de Campos.
El documento comienza mediada la página 103 y tras una breve relación de los datos históricos los enumera. El texto dice así:
HIGUERA DE ARJONA

a) Datos históricos. La población de esta villa era de 102 vecinos, en los que se incluían dos clérigos sacerdotes, y 95 casas.

Era villa de Su Majestad, como administrador perpetuo de la Orden de Calatrava por autoridad apostólica, de la cual fue encomienda, ignorando los declarantes “si fue señorío y por qué pertenecía a dicha Orden, partido de Martos”.



 b) Caballeros hijosdalgo  de Higuera de Arjona:



JUAN DELGADO REINOSO. Viudo de Doña María de Lara, de sesenta y un años, hijosdalgo un hijo mayor de dieciocho años, don Juan Delgado.-24.

MANUEL DE MONTORO. Caballero hijosdalgo, viudo, sesenta años. Calle Llana.- 55.

ANDRÉS DE MONTORO. Hijosdalgo, labrador, casado con doña Isabel de Salas, de cuarenta y dos y cuarenta años respectivamente. Hijos. Don Alonso de diecisiete años; don Juan de once; doña Elena, de veintiuno. (Hasta aquí en página 103  y comienza la página 104) doña Isabel, de seis; doña Teresa de tres, y doña Mariana, de seis meses.-68.

JOSE DE MONTORO. Hijosdalgo, mozo, de cuarenta años, labrador por mano propia. Hermanas: doña María y doña Isabel. Calle Llana.-56.

FRANCISCO MONTORO MARTÍNEZ. De estado noble, cincuenta y tres años, calle Llana, labrador, casado con doña Micaela Villar. Hijos: don Alonso, de veinticuatro años; don Diego, de veintidós; don Juan, de diecinueve, capellán, doña Casta María, doña Elena y doña Isabel.-83.

FRANCISCO MONTORO CANO. De estado noble, sesenta y cinco años, viudo, labrador. Hijos: don Pedro, de treinta y cinco años; doña Juana, de cuarenta y siete y doña María, de veintiocho años.-93



c) Eclesiásticos del estado de hijosdalgo, o que estaban en posesión de igual fuero en caso de haberlos. No había ninguno.



d) Hacendados forasteros y miembros de la nobleza titulada residentes en Higuera de Arjona o del estado noble.



Andújar

DIEGO DE CARDENAS Y MIRANDA. Conde de la Quintería.

JUAN DE CARDENAS PONCE DE LEON. Hijodalgo.

GARCÍA SIRVENTE PÉREZ DE VARGAS. Hijodalgo.

JOSE SIMEÓN DE TAVIRA. Marqués del Cerro de la Cabeza.

EUFRASIO PEREZ DE VARGAS Y SIRVENTE. Hijodalgo.

MIGUEL JURADO. Marqués de Santa Rita.

JUAN DE OCA Y PALOMINO. Hijodalgo.

GONZALO MORALES DE HINESTROSA. Hijodalgo.

BERNARDINO MORENO Y NICUESA. Hijodalgo

FRANCISCO DE CARDENAS Y MANRIQUE. Hijodalgo.



Jaén

LUIS BORBON. Hijodalgo.

SEÑORA CONDESA DE CAZALLA (Final de la página 104)

(Comienza la página 105)


Úbeda
DIEGO MANUEL MESSIA. Corregidor de Murcia.

Arjonilla
JERONIMO SALCEDO JAVALERA. Hijodalgo.

Villa del Río
ANTONIO PÉREZ DE VALENZUELA.

e) Individuos del Estado General, por razón de su profesión o cargos relevantes.
MIGUEL DE CAMPOS. Médico.-98

Después de su lectura compruebo que el plan seguido en la confección de este estudio ha sido la catalogación pueblo por pueblo, siguiendo un mismo esquema para todos según las declaraciones guardadas en los volúmenes del Catastro del Marqués de la Ensenada, 1752. Para seguir una misma línea de exposición se han agrupado los datos en los mismos apartados para todas las poblaciones, así se ha comenzado siempre con datos históricos o curiosos  aportados por los entrevistados con el fin de evitar la aridez y monotonía que conlleva la simple enumeración y reseña de las personas, y sobre todo para relacionar a cada hijosdalgo con su medio, por lo que se comienza por aportar datos históricos o curiosos, que fue posible hallar. Después va la enumeración de hijosdalgo según hemos comprobado.
Es de destacar en el apartado b) que de los seis reseñados hay cinco con el apellido Montoro, tres hermanos DE MONTORO y otros dos con el apellido MONTORO de primero cambiando el segundo.
En el apartado d) aparecen el Conde de la Quintería y dos Marqueses el del Cerro de la Cabeza y el de Santa Rita y el resto hijosdalgo de los que como los anteriores, eran naturales de Andújar vivían en  Higuera de Arjona.
De Jaén aparece la condesa de Cazalla, siendo el resto hijosdalgo.
Al final de estudio van los índices sistematizados, uno por apellidos y el otro por localidades de los que sirve como indicativo el número que aparece a continuación de la relación de detalles de la composición de la familia de cada hijodalgo recogido en la relación.
El autor citado realizó un laborioso trabajo de investigación, serio y sistemático, con un análisis meticuloso de los numerosos volúmenes, que componen las actuaciones llevadas a cabo por los censores de bienes en nuestra provincia, a partir la realización del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752, con ocasión del establecimiento de la Única Contribución, datos que a nivel de nuestra provincia se conservan en el Archivo de Hacienda de la ciudad de Jaén.

Antonio Pérez de Valenzuela, mi antepasado era un hijodalgo procedente de Villa del Río. Era, como hemos visto uno de los hacendados forasteros y miembros de la nobleza titulada residentes en Higuera de Arjona o del estado noble.

Un nieto de Antonio Pérez de Valenzuela que aparece en 1752 como hijodalgo de Villa del Río, casó con una Serrano, hijadalgo de Arjonilla, y su hijo Juan Pérez Serrano, casó con una Cortés de La Higuera, que como hemos narrado con anterioridad murió asesinado en su casa (hoy números 33 y 35 de la calle Real, hoy calle Ramón y Cajal) durante el robo.


Juan Pérez Serrano fue dueño, (según Salvador López del Moral) de cortijos en Cajeros, Los Corrales, El Horcajo, El Madero, La Atalaya, la Mina, etc.
 
 
“Otro hijodalgo de nuestra villa era el Marqués del Puente. El Cortijo La Presa (al menos en el XIX) era del Marqués del Puente, que tenía su fábrica de aceite en el solar que ahora ocupa el actual Hogar del Pensionista del Ayuntamiento en la esquina de la calle Gran Vía, y así consta en su escritura, y al que se la compró, otro hidalgo de La Higuera, José Calero Martínez, descendiente, por línea de varón, de José Calero Velasco, hijodalgo procedente de Manzanares, que casó de segundas con una Montoro. Fue recibido como tal hijodalgo después de 1752, por eso no viene en el Catastro realizado por orden del Marqués de la Ensenada en 1752. Y es por lo que se llamó, la calle que nace en la esquina del Ayuntamiento hacia Andújar, como calle Marqués del Puente.”

Conocemos poco o mejor nada de la heráldica local en Lahiguera, pero a raíz de mi primer artículo sobre Los Hijosdalgo de Higuera de Arjona, se realizaron documentados comentarios al citado artículo que a continuación vamos a introducir.

He conocido, por un comentario familiar, que a Mateo Carlos Martínez Pérez y a Pilar, su hermana, les ha sido reconocido el apellido de sus antepasados Martínez de Lara. El único escudo en piedra existente en nuestra villa está en la antigua calle Pelayos, que hace años vi recubierto de pintura, su observación me hace pensar que es probable que la silueta de imagen del citado escudo de la antigua calle Pelayos, deja entrever al menos una torre, que parece donjonada, pero suponemos no esté relacionada con tal hidalguía.


Con relación a los comentarios anónimos de tanta riqueza, que hemos aludido, estoy en la convicción de que sólo pueden ser fruto de un estudioso de nuestra villa, letrado,  amante de la música y la historia que desde hace algunos lustros habita en la ciudad  donde la Mar es bella. Espero que algún día me lo confirme.


“Los Calero tenían en su escudo, de plata, una torre terrasada en su color, acostada de dos calderas de sable. Y una especie de corona en el mismo campo, luego no debe ser de ningún noble de título. Sí es seguro que casi toda esa manzana, emplazada en el ensanche al sur de la villa a través de los años, era una sola casa solariega de grandes proporciones, con un amplio jardín con palmeras, y corrales que salían a la calle Las Piedras, sector que fue durante siglos parte del centro urbano de la villa rodeado de muralla. Cabe pensar también que si esa heráldica existente, tan humilde, perteneció a un noble de sangre, y de entre los que habitaron en La Higuera, que sepamos, solo traen torre en su heráldica los Calero y los Martínez de Estrada (otros hidalgos recibidos después de 1752). Estos últimos eran naturales de Villaviciosa (Asturias), cuyos escudos enfrentados se ha conservado hasta nuestros días, desde el XVII, y también traen, de gules, torre donjonada de plata, aunque distinta. Y cuya hidalguía consta en la escritura que ante el notario de Andújar otorgó el Ayuntamiento de La Higuera en junio de 1774 a favor Alonso Albarracín (Pérez de) Valenzuela, (entonces regidor perpetuo de Andújar, en la que dice:"...siendo regidores perpetuos por el estado noble: Antonio Calero, Andrés Montoro y Felipe Martínez.”(Autor Anónimo)

“Otra labra que se conserva, de La Higuera, está, o al menos lo estaba haces pocos años, en Marmolejo adornando el frontón de una fuente. Esta es la de los Montoro, hijosdalgos de Higuera de Arjona que aparecen en la relación, es una labra muy bonita, la piedra es clara, se nota que no es de la Sierra, una especie de arenisca rubia, tan propia de nuestro término y que a pesar de su media o escasa dureza estaba muy bien conservada. Los Montoro de La Higuera traían, de oro, una carrasca de sínople, y un toro en su color pasante al tronco, bordura componada de plata y gules, si mal no recordamos.
Y nos preguntamos ¿Que hace allí, en Marmolejo, la piedra labrada de la fuente, que hoy podíamos considerar de nuestro patrimonio artístico y está en villa extraña oyendo eternamente la salida del agua tenue como llanto de una fuente adormecida por los años? Algún lector de estas páginas pensará y dirá con rotundidad de ignorante atrevido: "lanrobao","lanvendío". Pero no es así, no, nada de eso, la historia no puede inventarse según convenga, hay que seguir la historia con el rigor científico exigible a la verdad de los hechos, pues cuando damos por verdad lo que suponemos, no dejamos de hacer una aseveración falsa aunque con buena voluntad, un disparate que en nada enriquece nuestro pasado. Cuando damos por ciertos algunos hechos, no comprobados documentalmente, ponemos las bases para que si alguno busca con el paso de los años la verdad de la historia de nuestra villa, pueda comenzar caminos equivocados en la búsqueda del pasado, y si damos como cierto o que no es, podemos equivocar al que de buena voluntad utiliza su tiempo en la investigación histórica de nuestro pasado."

Nos dijo el ilustrado comentarista que “este es trabajo arduo y poco agradecido, y así, me llevó tiempo averiguarlo, pero encontré una razón bastante convincente y creo que la única hipótesis”.
“Supe que un hijo de Andrés Montoro Cano y Gómez (finales del XVII), creo que de nombre Gregorio, casó con una de Marmolejo, vendió su molino de aceite de La Higuera y compró o instaló uno allí, pues justo en el recinto del molino está la fuente. ¿Y se llevó su blasón desde su pueblo? Sí, si le tocó a él la casa, y sobre todo que en toda la calle Llana no se ha conocido ninguno, de Montoro, en la memoria de los más viejos del lugar del pasado siglo.”
Es evidente la relación familiar fraterna de Andrés Montoro Cano  y del citado en el índice con el número 93: Francisco Montoro Cano. De estado noble, sesenta y cinco años, viudo, labrador. Hijos: don Pedro, de treinta y cinco años; doña Juana, de cuarenta y siete y doña María, de veintiocho años.-93


“Otro escudo de Montoro está en un sitio, hoy, menos poético, que una fuente, está en la puerta de la ferretería Reca, frente a los conocidos torneros de Andújar. Ahora es cortado, de Montoro, partido de torre y palos. Un escudo que podía ser  fruto de algún enlace familiar que aún no nos atrevemos a pronosticar a falta de datos que lo confirmen.
Otra piedra, más antigua, siglo XVI, vinculada de algún modo a los hidalgos de La Higuera, y menos probable que sea de aquí, pero lo digo por si a alguien le sirve la idea y desea indagar en el pasado, es la de los Reinoso. La colocó un escultor, ajeno al tema, como heráldica de su taller supongo, frente al lienzo de muralla almohade que se conserva en Andújar, detrás del Palacio de don Gome. Los esmaltes están perdidos, pero se aprecian la tres teas encendidas de los Reinoso, que también eran grandes propietarios rústicos de La Higuera (hablamos de más de quinientas cuerdas de terreno en nuestro término).
Los Reinoso trajeron, como se ve en el sepulcro que está en la Iglesia de Santa María de Andújar, justo en el lado del evangelio, una heráldica de plata, cruz flodelisada de gules, en punta tres teas encendidas, bordura componada de dieciséis piezas.” 

“Otro linaje noble perdido de La Higuera era el de los Palomino, bien por línea uterina o por que vendieran sus propiedades en nuestra villa”.
  
Los Palomino originarios de Andújar dieron lugar a una rama familiar en nuestra villa de la cual el miembro más conocido fue Fray Blas Palomino que como misionero franciscano murió mártir en Macasar y pronto puede figurar entre los  reconocidos como santos por la Iglesia Católica.


“Sobre ellos ha escrito un descendiente suyo, E. Toral Peñaranda, y actualmente hace su tesis otro Palomino en Jaén, bibliotecario de la Universidad. Esta piedra die el ilustre comentarista anónimo “no la he podido encontrar, estará en Las Viñas, como la mayoría de la zona, o en el Pazo de Meirás, que según dicen, allí fueron muchas enviadas como presentes a doña Carmen, que gustaba coleccionarlas, al tirar los viejos caserones, y gracias a esto, que alguien pudiere darle y le diere una lectura menos ilustre, se han conservado multitud de ellas (esto no se ha comprobado).”



“Otros hijosdalgo llegados a La Higuera, en el entorno de la confusión de estados, por enlaces matrimoniales son don Bonoso de Lara Fontiveros y su hermana doña Teresa, contraen matrimonio respectivamente con doña Florentina Martínez (de Estrada) y Marín y su hermano, don Felipe, respectivamente. Hijos de Don Felipe y doña Rosario Marín, hijadalgo de Baeza.”

 
“Este linaje, el más ilustre de la Castilla medieval, acompañó al Rey y Arzobispo Rada en la retaguardia de las Navas, 1212, y en la conquista de Baeza, Andújar, Arjona, Córdoba, Sevilla, etc. de cuyos repartimientos participaron. Fundaron el convento de los Trinitarios, antes Templarios, de Andújar y allí sigue su escudo. Después, no sabemos por qué pasó la fundación a los Valenzuela y hoy, Trinitarias. Puede que haya, como tantas veces, una boda de por medio. El caso es que la heráldica indica Valenzuela con bordura componada de plata y sable, acolado de Santiago; y aquí está lo curioso del caso. En nuestra opinión, no sabían cómo desplazar el blasón de los Lara, el único que se conserva en la provincia de Jaén, pues al ocupar la diestra, por varonía, el león coronado de los Pérez de Valenzuela, que mira como el del reino de León, lampasado de gules hacia ese flanco, daba la espalda nada menos que a la casa de Lara, que era sangre real, y primeros fundadores, entonces ingenian lo siguiente: colocan un blasón enorme "de Valenzuela" en el quicio de la esquina y ahora, aparte de la esquina, en medio del testero, a San Martín de Tours rajando su capa para dársela a un mendigo. Probablemente en memoria de sus fundadores del XVI, Martín Pérez de Valenzuela.


No conocemos la relación de Martín con mi antepasado Antonio Pérez de Valenzuela, hijodalgo procedente de Villa del Río (Córdoba) que fue el origen de la línea familiar de los Pérez de Valenzuela que dan origen a este artículo.

"Aparece este caballero a la derecha "de Valenzuela" con su león invertido, lampasado al flanco siniestro, como que mira a San Martín de Tours y al otro lado, de plata, las dos calderas de sable de la Casa de Lara.

Una línea de los Pérez de Valenzuela trajo bordura de ocho compones alternados de plata y gules. El blasón de la calle Las Monjas en Andújar trae bordura jaquelada.

Los hijosdalgo que llegaron tras la conquista, y se asentaron aquí, fundaron en el siglo XIII, una institución nobiliaría, La Cofradía de Santa María de los Hijosdalgo:



Que el Comendador de la Orden del Templo de Jerusalén
Fray Bernardo de Aguilera, y Vicente Arias, Simón Pérez de Cea, Gonzalo Saldaña, Garci Pérez de Vargas y Diego Pérez Machuca su hermano, Gómez Díaz, Ruy Vélez de Garnica, Diego de Hitero y su hijo Juan, y Ruy Gómez Camacho, fundaron con los demás hijosdalgo y después fueron entrando:

- Pedro González de Priego de Escabias.
- Alonso Díaz de Casares.
- Pedro Sánchez de Varajas.
- Juan Alonso Palomino.
- Pedro Sánchez de Santa Marina.
- Juan Alonso.
- Andrés González Palomino.
- Pedro de Escavias.
- Pedro Sánchez de Pérez.
- Alonso de Valenzuela.
- García Díaz de Casares.
- Alonso Sánchez de Barajas.
- Antón Muñoz.
- Hernán Gómez de Parraga.
- Alonso López de Castro.
- Rodrigo de Varea.
- Alonso Sánchez Palomino.
- José de Santo Domingo.
- Pedro de Grageda.
- Alonso de Santiago.
- Alonso Jurado.
- Pedro de Villa-Real.
- Sancho del Villar.
- Alonso de Olid.
- Juan Sánchez de Suazo.
- Sancho de Reinoso.
- Gonzalo de Tavira Osorio.
- Martín Salcedo Serrano.
- Luís de Valdivia.
- Diomérez de Valdivia.
- Cristóbal de Quero.
- Francisco Manuel de Lara.
- Pedro de Torquemada.
- Gutierrez de Morales.
- Juan Alonso de Piédrola.
- Pedro de Cárdenas.
- Francisco de Albarracín.
- Pedro de Álvarez.
- Sancho de Mieres.
- Gómez Suárez.
- Alonso de Albarracín.
- Francisco de Luvián.
- Pedro Serrano.
- Alonso Serrano de Piédrola.
- Juan de Valdivia.
- Rodrigo Serrano.
- Francisco de Olid.
- Luís Pérez de Santa Marina.
- Pedro Pérez de Párraga.
- Gonzalo de Carvajal.
- Jorge Serrano.
- Pedro de Valdivia.
- Juan de Cárdenas.
- Juan Pérez de Valenzuela.
- Pedro Gutiérrez de Luna.
- Alonso de Valenzuela.
- Francisco de Álvarez.
- Martín de Valenzuela.
- Gonzalo Migolla de Morales.
- Jorge Manrique de Benavides.
- Manuel Ponce de León (Conde de Baylén).
- Toribio de Lara.
- Miguel de Albarracín.
- Pedro de Lucena Escabias Matías."
 
"Aunque no se conserva legajo alguno de los repartimientos que se hicieron, tras la Conquista, vemos como muchos de estos antiguos linajes honraron después su casa con títulos, y muchas de sus propiedades han llegado, en La Higuera, hasta el siglo XX. En la siguiente relación podemos ver el apellido de los diferentes linajes y la fecha en que se concedió la merced.

Estos son títulos vinculados a la zona:
-Montemayor (1538).Silva.
-Merced (1711). Quero. Pérez de Vargas.
-Velamazán. (1867).Chaves.
-Puente de la Virgen (1761) Alonso de Valenzuela.
-Santa Rita (1703). Jurado. Pérez de Vargas.
-Contadero (1774). Sirvente. Pérez de Vargas.
-Cerro de la Cabeza (1698). Miranda. Tavira. Osorio.
-Belalcázar (1454). Sotomayor.
-Rianzuela (1693). Solís.
-Gracia Real (1826). Pérez de Vargas. Tavira.
-Lisea (1796). Moreno de Mendoza. Sirvente.
-Quintería (1705). Miranda. Cárdenas. Pérez de Vargas.
-Prado (1795). Soto.
-Almenas (1866). Palacio.
-Corbul (1870). Contreras.
-Gomara (1692). Salcedo. Cárdenas.
-Pozo Ancho del Rey (1917). Coello de Portugal.
-Tavira? ( Tavara de los Pimentel en 1541).
-Torrejón (1602). Carvajal. Valenzuela.
-Tejada (1736). Ruíz de Tejada (Nápoles).
-Caracena (1606). Alonso de Sandoval. Valenzuela.
-Casa Real (1760). García Huidobro.
-Falces (1513). Carrillo de Peralta. Tavira.
-Grañina (1714). Dávila. Cárdenas.
-Mérito (1868). López de Carrizosa.
-Monte Olivar (1762). Espinosa de los Monteros.
-Monte Real (1705). Aldaz.
-Motilla (1679). Fernández de Santillana.
-Santa Amalia (1855). Toledano.
-Selva Nevada (1798). González de Pinillos.
-Torremayor (1884). Ruíz Soldado.
-Torre Alta (1806). Avis-Venegas.
-Valdecañas (1703). Avellaneda.
-Valenciana (1640). Ortiz de Zúñiga.
-Valle Ameno (1735). Moreno.
-Valverde de la Sierra (1640 Tovar).
-Villalta (1668). Herrera.
-Cardimbo? Desconocido.
-Bilanos. Armijo? Matha de Oca? Reynoso.
-Agramonte de Valdecabriel (1690). Castejón. Pérez de Vargas.
-Nibbiano (Parma 1827). Azara.
-Valdelagrana (1698). Godoy. Poce de León. Saavedra.
-Villalta (1668). Herrera.
-Cazalla (1691). Escobedo. Mesía. Serrano. Ponce de León.
-Villanueva (1679). Federighi.
-Garcíez (1627). Quesada.
-Albujada? Desconocido.
-Arenales (Conde.1631). Henestrosa.
-Sauce (1741). Escribano de la Fuente.
-Montellano (1681). Solís.
-Ariza (1611). Rebolledo de Palafox.
-Vera (1724). Horcasitas.
-Pineda (1693). Pineda.

Y ahora como colofón sirva como muestra la referencias de la propiedad de algunas fincas de mediados del XIX en La Higuera y sus propietarios hasta esas décadas del citado siglo:

Conde del Prado (El Gusano y norte en Cañadahonda), Marqués de Caracena ( Los Amarguillos),
Marqués de Grañina (La Huesa), Conde de Gracia Real (inscripción 77, lindero sur en la Vereda de Repisos), Marqués de la Merced (El Albercón), Vizconde de Los Villares ( Sur de Repisos),
Marqués de Torre Alta ( Los Granados y La Zarza),

Marqués del Puente de la Virgen (Cortijo de la Presa y La Moraga),

Conde de la Quintería ( Cañadahonda), Marqués de La Matilla (la Cuestajaén), etc.

Ninguna de estas propiedades es hoy conservada por estos propietarios, ni sus sucesores. Lo que nos lleva a concluir que, a excepción de la fundación de la Condesa de Gracia Real, doña Agustina Pérez de Vargas y Pérez de Vargas, fallecida en 1933, conocida hoy como tierras de Las Monjas, los habitantes de este pueblo prácticamente compraron más de la mitad de su propio término en menos de cien años, lo cual supuso un importante reparto de las propiedades rusticas de nuestra villa."



“Sobre la nobleza matriz de Álvaro Rodríguez decir que esta matriz de sello cuadrilobulado, perfectamente conservada, y cuyo linaje nos es desconocido hasta la fecha perteneció a Álvaro Rodríguez según su grafía, dando por supuesto este hidalgo, cuando la mandó hacer, que en la posteridad sabríamos por sus armas su identidad y no ha sido así. Rodríguez solo significa hijo de Rodrigo, es decir es el genitivo de un nombre de origen godo, Roderico. Poco más podemos atisbar, pero por el diseño sabemos que se trata de la primera mitad del siglo XIII hasta mediados del XIV.

Nace este diseño para mostrar las armas principales en el centro y otras secundarias en los lóbulos, aunque este no sea el caso. Nació en Castilla (según F. Menéndez Pidal) para las armas familiares, a diferencia de las personales en las que tenía forma de escudo, y también llevar, a partir de 1220, los emblemas de linaje maternos. Aunque los lóbulos de esta matriz no estén amueblados, pudieran ser armas maternas por solo los esmaltes, que en este caso ignoramos tanto los del campo principal como los de los lóbulos. Se trata de un sello de placa en bronce o medio sello, que se imprimía sobre cera en documentos de papel, pues los enlaces de sello pendiente rasgaban el pergamino y eran sello entero al mostrar las dos caras a modo de moneda. Esta matriz, se llevaba colgante en el cuello y suele darse en los territorios conquistados a principios de siglo. Esta forma gótico-mudéjar es propia del arte de la época, justo cuando la heráldica comienza a formar parte de la impronta. Este diseño no se utilizó en improntas reales, ni de infantes, ni eclesiásticas. Se trata pues del sello de un noble de nombre Álvaro, hijo de Rodrigo, cuyo linaje blasona con torre mazonada, aclarada y almenada. Si además sabemos que estas matrices, aunque eran personales, fueron utilizadas por distintos personajes e incluso que se vendían, se nos complica un poco la investigación.  Esto carecería de sentido escribirlo en este sitio si, como podríamos suponer, esta matriz no fuera de La Higuera, pero allí se encontró en "Cañahonda" y está catalogada por Menéndez Pidal.


Otra puerta abierta a quien tenga tiempo de buscar este linaje... Solo recordamos a un tal Rodrigo Álvarez que fue a La Higuera a buscar cebada para la guerra santa de Granada y la pagaba a veintidós maravedíes la fanega.”


Pedro Galán Galán. 

 Granada 27 de Septiembre de 2016.


BIBLIOGRAFÍA:

García Valdecasas, A.: El Hidalgo y el Honor. (1947). Revista de Occidente. Madrid

Rueda Hernanz, G.: Demografía y sociedad. ARTEHISTORIA.

Sáez Gámez, M.: Hidalguías de Jaén. (1979). Instituto Salazar y Castro. (C. S. I. C.) Madrid

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