PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

domingo, 28 de julio de 2013

BUSCANDO ATALAYAS - III

Buscando atalayas (parte III):

Intentando seguir los pasos que nuestro personaje, escritor del Memorial Histórico Español, pudo desarrollar en los años pasados, me acerco en esta ocasión hasta la llamada “Ruta de Los Torreones”. Casi toda ella discurre por tierras del término de Torredelcampo: Me estoy refiriendo al Castillo del Berrueco, La Torre Olvidada, La Muña, El Castil o Casa Fuerte. Son todos éstos unos lugares entrañables y evocadores del recuerdo de tiempos pasados, pero a la misma vez causan tristeza por tener que ofrecerse en el estado en que se encuentran.

Si recordamos el artículo del “Castillo Moro”, en él mencionaba la relativa cercanía con la Fortaleza o Castillo del Berrueco. Una vez tomamos ruta en esta encrucijada de caminos, nos encontramos con una serie de construcciones, casi todas ellas levantadas entorno al S.XIII.

Jaén fue conquistada por Abdelazib, en el 713. Los almorávides la incorporarían a su imperio en 1.091 y los almohades la ganarían en 1.148. Los árabes la llamaron Yayyan: era una zona abundante en agua, procedente de sus ríos y manantiales. Engendraba una gran cantidad de cultivos, y era famosa por su manufactura en textil y utensilios domésticos de madera, que se exportaban a Al-Andalus y el Magreb. Al-Sagundi la describía con estas palabras: “Yayyan es la ciudad del Al-Andalus con la que ninguna otra ciudad puede ser comparada en abundancia de cereal, número de valientes soldados y fortaleza y solidez de sus murallas”.
Jaén proviene de lo que los árabes llamaban Kiurin, Gien o Geen: “Camino de caravanas”. Esto se debía a su extraordinaria situación geográfica: paso obligado entre Córdoba y Toledo, y entre Córdoba y Tudmir.
(Datos recogidos de http://www.yayyan.com).


Situación de los distintos lugares mencionados en este artículo (imagen de Google maps):

Dado su potencial en agua hizo que se desarrollaran huertos y vegas para los que se construyeron numerosas albercas. Todo esto nos viene a dar a entender por qué pudieron tener lugar estas construcciones a veces tan cercanas físicamente: La distancia entre La Muña y El Castil a penas puede sobrepasar los dos kilómetros. Hay que tener presente que a los pies de ambas pasa un arroyo salado, además de las fuentes naturales próximas a estos lugares.
Torre de La Muña al fondo.


El Castillo Rural, que así se denominarían estas construcciones, tiene su descendencia en la “villa romana fortificada”, de tiempos de Bajo Imperio Romano, adaptándose a la “alquería murada musulmana”.  Este tipo de construcciones fueron muy típicas en nuestra provincia (Reino de Jaén) después de la conquista y repartimiento de las tierras a los musulmanes, que llevaron a cabo los reinos de Castilla y Aragón. Los nuevos propietarios cristianos fortificarían sus haciendas situadas en las zonas fronterizas.

La mencionada Torre de La Muña, se encuentra situada en una pequeña meseta sobre un altozano de la zona.  Es una robusta torre de superficie cuadrangular, con dos plantas y bóvedas apuntadas. En los alrededores existen restos de murallas de fortificación, bastante atenuadas por la existencia de construcciones más recientes.

La Muña avistada desde lo más alto de la Torre del Castil.


Estas dos últimas fotografías corresponden también a La Muña, realizadas desde el enclave donde se encuentra.

Otro de estos Castillos Rurales es El Castil. Se encuentra un poco más al Sur del mencionado anteriormente, como a unos 2 y pocos kms.

Letrero informativo que nos encontramos al acceder al camino que nos lleva a este conjunto de construcciones: unas más antiguas situadas sobre el antiguo castillo y otras más actuales, que sirvieron de cortijos en época más reciente.


La serie de casas-cortijo es espectacular por el número que las componen, pero no menos por su edificación en sí: muestran la cantidad de personas que se asentaron aquí para poder llevar adelante sus vidas. Llama enormemente la atención la reconstrucción llevada a cabo sobre el antiguo torreón árabe. Se aprecia no sólo los vestigios del mismo, sino también los restos de las antiguas murallas y resto de castillo de tiempos anteriores. Hoy, por desgracia, están en estado bastante crítico.

En esta otra fotografía podemos ver la superposición de lo edificado con posterioridad.  Los que aprovecharon esta torre inicial culminaron con un tejado a dos aguas, el cual se puede apreciar con detalle.

Se levanta majestuosa sobre la superficie que pisamos; pero si grande se aprecia desde aquí, más aún lo es cuando estamos paseando su interior: sus muros, sus escaleras y recovecos se hacen interminables.

He aquí algunas de las vistas que podemos obtener desde el interior de esta torre:


Vistas desde sus balcones o ventanas.

Estas son las escaleras que nos llevan hasta lo más alto de la Torre (vistas desde arriba).


En esta otra fotografía apreciamos el final del muro y fortificación.

Un poco “al margen” de esta torre nos encontramos con la edificación aledaña cuyas dependencias nos transportan a tiempos remotos: tan sólo el hecho de entrar por estas estancias nos dan una sensación de estar en otra época.


Acceso principal: vemos el banco (realmente son bancos, puesto que hay otro con anterioridad a éste) que se sitúa a la derecha, al fondo el acceso que comunicaba con el resto del patio amurallado, y a la izquierda, el paso a las cuadras, aprovisionadas de abundantes pesebres y cantareras.
Acceso a la cuadra: se trata de una pequeña estancia que hace de comunicación, y donde encontramos varios soportes para los cántaros de agua.

Cuadra con pesebres.

Aunque actualmente a muchos de nosotros se nos ha olvidado ya el uso de “las bestias”, tan sólo hace unos pocos años atrás, estos animales eran la “mano derecha” del hombre. En cada cortijo y/o casa existía un lugar destinado a estos animales que toda la vida han supuesto para el ser humano una gran ayuda en las labores agrícolas.
Hoy en día nos parecería repugnante tener a nuestro lado estos animales, pero sin embargo este hecho era habitual hace “unos días”. Es más…a veces, los dormitorios familiares se situaban sobre la cuadra, separados por un techo-suelo de madera, para aprovechar el calor que estos animales desprendían, y así tener una preciada calefacción en los malos días de invierno.
Ocurría también frecuentemente, que el animal pasaba por parte de la vivienda para acceder hasta las cuadras. Precisamente, durante la visita a esta serie de Torreones o Castillos, pude comprobar cómo otro pequeñísimo cortijo que se encuentra por la zona estaba compuesto por una “diminuta” cocina con su chimenea, un pequeño dormitorio a la parte derecha de la entrada, y pasando por esta cocina, al fondo, se situaba la cuadra y el pajar. Puedo asegurar que le correspondía tanta vivienda al mulo como la familia que habitaba la casa. Bueno, …realmente todos ellos la habitaban.

Dado lo dicho, el pajar, era otra parte indispensable de la casa: ahí se almacenaba el alimento para ese animal de ayuda. En muchas de las ocasiones, este almacén se situaba en la parta alta de la casa, en una segunda planta (de esta manera se evitaba la humedad). La paja se solía subir desde el exterior a través de una pequeña cavidad que se le llamaba piquera. Este material que estamos tratando no sólo se empleaba para alimentar al animal, sino que también servía para el acondicionamiento del establo. Tanto los sobrantes del alimento consumido por “las bestias”…como lo empleado para el acondicionamiento, proporcionaban el abono que más tarde se utilizaría en las siembras: Sin duda, …esto sí que era natural.

Al día de hoy, estos animales de ayuda casi han desaparecido, y con ellos los establos y los pajares. Ahora podemos ver naves con alpacas apiladas, y los animales que antes fueron el apoyo diario del ser humano, hoy han pasado a un ámbito más bien lúdico.

Paso a exponer otras fotografías que muestran otros apartados de este feneciente edificio con siglos de antigüedad:

Este es el espacio que nos encontramos tras pasar el zaguán (palabra de origen árabe). Desde aquí se repartía el paso a las distintas zonas de la casa-fortaleza: establo, patio y pajar, bodega, segunda planta, etc. …Que ahora veremos un poco más detallados.
Podemos observar también la existencia de un banco realizado con piedras de mampostería, aprovechando una elevación rocosa que se encuentra bajo el mismo. En muchas de las ocasiones, este banco, era también la cama del mulero.
Este era el acceso a la bodega …provista de sus alacenas. A su derecha se observa “la gatera”: oquedad por la que se daba paso a los felinos (gatos) que convivían en la casa, y que eran unos fieles ahuyenta-roedores.

Salón o estancia provista de una gran chimenea: los bancos se adentran hasta debajo de la misma, para aprovechar el máximo de calor mientras existiera la lumbre. El deterioro es evidente.


Estos soportes de cántaros también se encuentran en esta habitación. En este caso podemos observar como existieron dos niveles de cantareras: la de arriba ha desaparecido en parte.
En la visita al Castil, me resultó enormemente llamativo ver tantísima cantidad de cantareras: por toda la casa-fortaleza se repartían este tipo de soportes.
…Volviendo a tiempos pasados, cabe meditar que no existía la red de agua potable de la que hoy disponemos. A veces no echamos cuentas de la importancia que tiene este elemento tan indispensable para la vida, pero en aquellos tiempos en los que no se disponía nada más que de esos cántaros, que había que llenarlos en el arroyo o manantial más cercano, era indispensable tener un buen almacén del líquido esencial. Por otro lado, esto da testimonio de la cantidad de personas que tuvieron que alojarse en este lugar.

Se podrían mostrar muchas más fotografías del interior de esta fortaleza, pero con éstas queda patente lo que este lugar pudo ser en sus días. Así que me despido con esta otra realizada desde el acceso a la bodega, desde donde podemos ver de nuevo la entrada al establo (al frente), al patio (a la derecha), … y el zaguán (a la izquierda).


Creedme…que estando en este lugar…casi aún se pueden escuchar los pasos de las personas, …sus comentarios, …el chasquido de los muleros a sus mulos, el taconeo de las herraduras, …y esas tertulias que tan frecuentes eran tras el día del cansante trabajo en el campo.

No nos viene mal echar una vista al pasado para poder comprender nuestro presente.

Este es el final del recinto amurallado…que pareciera que ese palo lo estuviera aguantando para nosotros ante el paso del tiempo.

Como menos…espero que esto sea (aunque no lo quisiera en verdad) …con el tiempo…un legado para los que no pudieran presenciarlo.

En otro próximo artículo continuaré con La Torre Olvidada y El Berrueco.

Juan José Mercado Gavilán.
Lahiguera a 28 de julio del 2013.


domingo, 14 de julio de 2013

FUENTES: La Mina.

LA FUENTE DE LA MINA:

Otra parte de nuestro interesante e importante patrimonio son las fuentes o manantiales: aquellos que durante tantos años abastecieron tanto a los habitantes de los pueblos como al ganado que existiera. También proveía de agua a los aljibes construidos para las huertas.

En este caso se trata de la fuente de La Mina. Sirvió de abrevadero durante muchísimos años atrás, teniendo en cuenta que está situada en el paso del antiguo "Camino Andújar-Jaén" (otra parte del patrimonio por recuperar al día de hoy).

No tengo la procedencia de esta fotografía (extraida de "Imágenes y Comentarios de Lahiguera en el S. XX"), ni tampoco estoy seguro de que se trate de la fuente de La Mina, aunque su orografía me hace pensar que sí sea esta fuente que estoy tratando en este artículo. Puede que esta fotografía date de 1940, cuando quizás la actual carretera no estaba realizada. El entorno que se aprecia en el fondo me sugiere que sí se trate de esta fuente. Quizás algún paisano de los más veteranos nos lo pudiera confirmar en algún comentario.



Respecto al nombre que recibe, desconozco su exacta proveniencia. Sí que contaban los más ancianos de nuestro pueblo de la existencia de una cueva o caverna en el lugar. Según llegó a mis oídos, estaba abovedada  con ladrillo “viejo”, y su dirección buscaba el cerro de La Atalaya (no olvidemos que era éste el cerro que albergó el poblado ibérico y romano en sus días).  Contaban que por ella podían discurrir perfectamente caballos o mulos, dadas sus dimensiones.  Parece  ser  que gran parte de esos ladrillos de la bóveda fueron retirados y utilizados en tiempos más recientes. También se ha hablado mucho de la existencia de un pozo  o galería que pudiera  comunicar con la referida Atalaya. En tiempos más actuales (hace unas decenas de años) se volvió a intentar recuperar  esa galería, siendo frustrado el proyecto dado el peligro que podía suponer para los que lo llevaban a cabo: paisanos de Lahiguera.  Esta entrada se encontraba en el actual camino que baja hacia la fuente, en su lado derecho.  Por tanto, pudiera ser que el lugar o la fuente tomara el nombre de “La Mina” por la existencia de lo mencionado.


Fotografía del año 1970. Recogida del libro "Imágenes y Comentarios de Lahiguera en el S. XX": María Mármol y Miguel Sabalete.


Añadir  que la familia de “Los Lomas” habitaron este lugar durante muchos años, cultivando entre otras cosas el viñedo, hoy desaparecido por completo en nuestro pueblo. Todavía quedan algunos resquicios en el cantón existente en el borde de la carretera que lleva hasta Jaén.

Un poquito más al Este del lugar donde se encuentra la mencionada  fuente , se halla también una charca que toma el mismo nombre del lugar que la cobija: la Charca de La Mina. Hoy por hoy también  desaparecida. Recuerdo, que este lugar, era muy visitado por los jóvenes de años atrás, dado lo pintoresco del lugar y la sombra que ofrecía su arboleda. Como yo, lo recordarán otros muchos de nuestros paisanos.


Lugar donde se encontraba la mencionada Charca.



Adecentando la fuente de La Mina:

Es penoso ver esta fuente en estado tan deplorable.

Algo que fue fundamental para la existencia  de los pobladores durante miles de años, lo dejamos a las manos del deterioro causado por el tiempo (derrumbe de parte del “muro” de la carretera, cuyo tipo de construcción deja mucho que desear: …sin palabras);  también  algún que otro “vándalo”  … en lugar de mirar por su cuidado se dedica a desprestigiar  el entorno (vertido de escombro a los pies del pilón y rotura de un banco a los pocos días después de ser instalado). Por otro lado, unas “Autoridades Competentes” que dejan mucho que desear en estos menesteres, y que en lugar de procurar su cuidado, antes bien se olvidan de su existencia y por tanto de su mantenimiento y limpieza (…o al menos esto es lo que parece por los hechos).

Pretendo con estas palabras hacer una crítica “constructiva”, en el sentido de que se tomara nota y se mejorara la actitud ante el poco patrimonio histórico-arquitectónico que le va quedando a nuestro pueblo. Insisto en que debemos cambiar nuestra actitud TODOS: los ciudadanos en primer lugar, y nuestros gobernantes municipales después.


Cuando escribo estas palabras de indignación, creo tener mis fundamentos, que ahora trataré de mostrar.

Estas son unas fotografías realizadas el 2 de junio del 2011. El muro o ala derecha de la fuente ha sido destruido, posiblemente por el derrumbe del muro “de contención” que vemos en la fotografía, o quizás simplemente eliminado para realizar la limpieza con excavadora del material esparcido por tal derrumbe. De cualquier modo, se ha atentado contra la integridad de esta fuente.  En la fotografía antigua mostrada al principio del artículo se puede apreciar el ala o muro al que me refiero. Al día de hoy se puede contemplar su inexistencia.







Paso a mostrar otras fotografías realizadas el 15 de junio del 2013, dos años después:




Como se puede apreciar, poco se ha mejorado esto en el transcurso de 2 años, antes bien ha empeorado su presencia.

Dado lo visto, surgió la idea de reunir a algunos voluntarios que estuvieran interesados en “adecentar” este entorno.  Tras colgar estas 2 últimas fotografías  en las redes sociales (Facebook) aparecieron los comentarios y al mismo tiempo a cundirse el ánimo para limpiar en lo posible el lugar.  No sólo fue comentado en Facebook, sino que también se animó a algún que otro paisano de forma verbal.  Unos tenían disposición…otros no, por circunstancias de lejanía y otros factores. La cuestión es que no era necesario un gran número de personas: con pocas sería suficiente. Sin presura, pero sin que se dejara enfriar la cosa, decidimos reunirnos el jueves 11 de julio del 2013, a las 7:30 de la tarde,  para llevar a cabo tal limpieza.

Un total de 10 personas, tardamos unos 50-55 minutos en dejar  La Mina “decente”. El resultado final fue este que se muestra en las siguientes fotografías:



Es increible cómo a veces...con "tan poco" ... se puede conseguir "tanto".




Grupo de “altruistas” que han intervenido en la labor, y a los que personalmente les estoy muy agradecido por su colaboración:



Como se puede comprobar falta un colaborador: el fotógrafo.


Más fotografías que muestran los distintos momentos en los que se llevó a cabo esta limpieza:

Ver más fotografías.


Sirva esto, no de enaltecimiento a los que han hecho esta labor, sino más bien como un ejemplo a seguir por cualquiera de nuestros paisanos. Y que nuestros representantes municipales, recuerden que todo esto también es del pueblo y para el pueblo, y que por tanto hay que tratar de cuidarlo.

Película (Timelapse) que muestra todo el proceso resumido en 2,5 minutos:

 Ver película en Vimeo.
 Ver película en Youtube. 



Juan José Mercado Gavilán
Lahiguera a 13 de julio del 2013.


miércoles, 10 de julio de 2013

NUESTRA GENTE: Felipe Chica.

FELIPE CHICA:

De niño era una calamidad; de esos que ahora se les llama «niños hiperactivos», y antes, en nuestro pueblo, se les decía  «el bicho que le picó al tren». De mayor se hizo muy formal y montó un negocio de peluquería exitoso en Valencia, donde había emigrado, oficio de peluquero que aprendió en Lahiguera.

—Estamos en el Mes de las Flores —decía don Joaquín, el maestro. Así que para esta tarde vais a traer flores para un altar, cantaremos y rezaremos a la Virgen. ¡Venid y vamos todos/Con flores a María…! —comenzó la voz ronca y tabacosa del maestro de escuela a cantar, invitando con las manos a los demás niños para que se unieran al coro, cosa que, rápidamente, hicieron; tenían más que aprendida la música y letra.

Sin pérdida de tiempo, al salir de la escuela, Chica se dispuso a complacer a su maestro realizando con diligencia y prontitud el encargo. Salió al campo, en las primeras eras hizo la carga cogiendo las flores que más le gustaron, las más vistosas: jaramagos y cardos.

No cabía de contento, seguro que don Joaquín quedaría impresionado, lo felicitaría, ahora no le iba a regañar, siempre le estaba sermoneando. Sobre el plato del cocido de cada día soñaba y sonreía. ¿Y si llevara dos ramos? Dicho y hecho. Los garbanzos de pronto desaparecieron, como  tragados por pavo, abducidos por extraterrestre. Sin decir nada salió corriendo, al campo, a por flores.

Era una estampa muy tierna ver a los niños por las calles llevando ramos de rosas, de geranios, claveles y lirios; flores a porfía. Chica portaba dos enormes haces, uno en cada brazo. Caminaba orgulloso, majestuoso, oyendo los comentarios de admiración de los demás niños.

A la entrada de la escuela se había montado un sencillo altar. Sobre una mesa tapada con un trapo amarillo había un cuadro de la Virgen; en el suelo, a un lado y otro de la mesa, macetas de aspidistra que había aportado la señora de don Joaquín. Los niños daban al maestro las flores y él las iba colocando sobre la mesa, metidos los tallos en latas con agua.

—¡¡Chicaaa!! ¡No puede ser! ¡No puede ser! —vociferó el maestro y se abalanzó sobre el niño cogiendo los ramos. —¡Este chiquillo me va a matar!

Los demás alumnos estaban expectantes, no sabían lo que pasaba pero intuían que Chica había hecho alguna trastada.

—¡Así que tú te vas a los *legíos a cogerle a la Virgen cardos borriqueros y *jamargos. ¿No te da vergüenza? ¡No te da vergüenza! —Una y otra vez repetía: «no te da vergüenza». Y a la vez que hablaba se acompañaba de un ramonazo en el rostro del niño. Chica terminó con la cara hinchada de los pinchazos; supo, en verdad, que los cardos no los debería de haber cogido, pero los jaramagos... tan amarillos.

Pasó el tiempo y Chica ya era un mozalbete que trabajaba de aprendiz en una barbería. Allí iba don Joaquín cada día a afeitarse, echar un rato de tertulia y enterarse de los cotilleos del pueblo. Aquel día fue el último en que el maestro pisó la barbería.
—¿Le afeito ya, don Joaquín? –preguntó el joven a su antiguo maestro.
—Sí, hijo, hoy tengo un poco de prisa —respondíó, colocándose en el sillón de barbero.
Chica enjabonaba la cara de don Joaquín, una sonrisa malévola se vislumbraba en sus labios, como recordando algo de lo que ahora se tomaría cumplida venganza.
—Barbero que bien baña afeita con una caña —comentaba don Joaquín sintiendo el agradable cosquilleo de la brocha.
—Sí que es verdad. ¡Cuántas cosas sabe usted! —Chica había cogido la navaja. —Lo que yo hubiera aprendido con usted. Pero, a ver, era tan malo. —El maestro sonreía satisfecho; su antiguo discípulo reconocía lo mal estudiante que había sido, no era la primera vez que le pasaba; siempre tiene razón el maestro.

Chica había colocado el filo de la navaja en la garganta de don Joaquín, hacía pequeños movimientos de milímetros, hacia arriba y abajo. Dijo unas palabras que dejaron estupefacto al maestro, inmóvil, con la cara tan blanca como la espuma que la cubría.
—¡Anda, qué si yo quisiera! ¡Eh, don Joaquín! Se acuerda usted cuando me pegaba. Si yo quisiera ahora... —La afilada cuchilla se paseaba despaciosa por la yugular, las venas hinchadas del cuello se percibían bajo la espuma. —Si yo quisiera… (ras, ras, ras) la navaja se oía rasurar pequeños milímetros en la garganta, pelos erizados por el miedo. ¿Se acuerda cuando me hincó los cardos en la cara? Era en mayo, con flores a porfía, ¿se acuerda? ¡Anda, que si yo quisiera ahora...! —Don Joaquín temblaba, todavía se acordaba de lo loco que era Chica. ¿Sería capaz? Ras ras ras. La navaja se retiró a limpiar la espuma. Fue el momento en que aprovechó el maestro para dar un salto del sillón y, con la baberola puesta y la cara enjabonada, salir huyendo de la barbería; ni un galgo lo hubiera alcanzado. Por supuesto no hay que decir que ya por allí nunca, jamás, volvió a que Chica lo afeitara.

Adenda

Felipe Chica, hace pocos años, murió en Valencia.
En los expedientes del Archivo general de la administración, don Joaquín no aparece, sí en el de Causa General.

La escuela se organizó, según Don Joaquín García Díaz, textualmente:
«Más de la mitad del tiempo la enseñanza siguió organizada lo mismo que anterior al Alzamiento, pues si bien se recibían órdenes tajantes de las autoridades provinciales y del representante de Trabajadores de la Tierra que formaba parte del llamado Consejo Local de la enseñanza D. (el don lo tacha) Manuel García Naranjo sobre la bolchevización en las escuelas, tales órdenes eran boicoteadas y no cumplidas por voluntad de los maestros ayudados por el secretario del Ayuntamiento D. Antonio Chamorro García que a su vez lo era del citado Consejo Local.

Luego se tuvo que establecer la coeducación encargándose de los mayores el maestro Don Joaquín García Díaz y estableciéndose dentro de la escuela una separación absoluta de sexo y continuando el plan de enseñanza trazado
.
 (12 de mayo de 1943).


Unas líneas para comentar el texto de D. Joaquín, y que firma también otro maestro: don José Nieto Delboy. El escrito se realiza cuatro años después de finalizada la guerra, ya sabemos que la historia la escriben los vencedores y que, normalmente, de ellos queremos ser amigos. Posiblemente, pese a lo que afirma D. Joaquín, la enseñanza se organizó siguiendo las directrices marcadas por el mando. Para ello había otros maestros claramente republicanos, vigilantes de tal proceso, como D. Manuel Lomas. Y en cuanto a la coeducación, por testimonios personales, parece que sentaron a niño y niña en el mismo pupitre, en contra de lo que se afirma. Como anecdótico señalar que, en los escritos de la Causa General, cuando aparece el nombre de un partidario del Alzamiento va precedido por «don»; los republicanos no tienen este don, algunas veces se tacha, como en el caso anterior, casi siempre tienen un alias.

En los expedientes del Archivo general de la administración aparecen los siguientes maestros como «depurados». (D. Manuel Lomas García no posee esta categoría, tiene la de «indultado»).
Bautista Moya Adoración
Jiménez Arroyo Juan
Llanes Mariscal Magdalena
Lomas García Manuel
Nieto Delboy  José
Tortosa Rodríguez Concepción

Ya, para finalizar, decir que todavía nuestro abuelos recuerdan con cariño y admiración aquellos maestros —maestro de escuela, maestra miga—, los mejor preparados que nunca tuvo nuestro país; fue la época republicana la más brillante del magisterio.

Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 10 de julio del 2013.