PROLOGO

Se pretende que sea éste un espacio dedicado a entretener y deleitar (... a través de la fotografía fundamentalmente) ... a dar a conocer (...o traer al recuerdo) ciertos monumentos o espacios situados en el término o cercanías de Lahiguera. ...a llamar la atención por el estado de abandono y deterioro de muchos de ellos, ...y si llegara el caso, a remover la conciencia de todos los que somos "herederos" de tales monumentos y espacios, y que con nuestra aportación ayudásemos a la conservación de los mismos.

sábado, 27 de abril de 2013

UN HIGUEREÑO EN MAUTHAUSEN:

Un higuereño en el infierno de Mauthausen

Juan Ortiz Garrido nace en Lahiguera (Jaén), el día 13 de enero de 1904. Es uno de los muchos republicanos españoles que, tras finalizada la Guerra Civil, se exilia en Francia huyendo de las represalias del franquismo. Poco se imaginaba que las penalidades pasadas serían un juego de niños para lo que le esperaba.


Algunos republicanos son combatientes con el ejército francés en su lucha contra la Alemania nazi. Unos son capturados por los alemanes, otros entregados a estos por el gobierno traidor y colaboracionista de Vichy.


 No se sabe con exactitud cómo llegó Juan Ortiz a su primer destino: el campo de prisioneros de Stalag  XVII-A  situado en Kaisersteinbruch, Austria. (Stalag proviene de Stammlager, es el nombre con que se designaba el campo donde ubicaban a los militares sin graduación).
A Mauthausen suponemos que fue con una partida de españoles de la que formaba parte el escritor Mariano Constante Campo.


 Juan es deportado a Mauthausen el 7 de abril de 1941 y el número de su matrícula es 4819, en la misma fecha es trasladado Mariano Constante y su número de preso es el 4584, así que probablemente fuesen compañeros y se conocieran, ya que también fueron de los pocos que sobrevivieron.


 Juan Ortiz Garrido ingresa en Mauthausen, por este campo pasan 8000 españoles y sobreviven 817. De estos españoles Franco no quiere saber nada, por eso los republicanos llevaban un triángulo azul (significaba que no tenían patria) con una S de Spanier.
Mauthausen fue uno de los dos campos de toda Europa calificado de Grado III, para enemigos político incorregibles, utilizado principalmente para tareas de exterminio.


 Los métodos de exterminio incluían: (tomado de Wikipedia)
•    Celdas de castigo. Estancias de unos 7 m² en las que los prisioneros no recibían comida ni bebida y solían morir al cabo de unos 12 días.
•    Flagelación. Consistía en azotar al prisionero con 25 latigazos que él mismo debía contar en voz alta y en alemán; si se equivocaba, volvía a empezar el castigo.
•    Trabajo como esclavo en las canteras. Además debían acarrear piedras de unos 20 kg por una larga escalinata compuesta por 186 escalones ("Las Escaleras de la Muerte").
•    Caída de gran altura. Internos eran empujados adrede desde la parte alta de la cantera, denominada "pared del paracaidista".
•    Cámaras de gas.
•    Cámaras de gas móviles. Un camión con un tubo de gases dirigido al interior, que iba y venía entre Mauthausen y Gusen
•    Duchas heladas. Aproximadamente 3.000 internos murieron de hipotermia debido que eran forzados a quedarse bajo una corriente de agua helada durante varias horas
•    Tiroteos masivos.
•    Experimentos médicos.
•    Sangrado. Varios cientos de internos fueron desangrados hasta la muerte y la sangre extraída fue enviada al Frente del Este.
•    Ahorcamiento.
•    Hambre. Sólo en el campo de Mauthausen aproximadamente 2.000 prisioneros por semana eran privados de comer hasta la muerte
•    Fusilamientos por las SS.
Por otro lado, las raciones de alimentos eran muy limitadas y en el período 1940–1942 un interno pesaba 42 kilos de media. El tratamiento médico era prácticamente inexistente debido a las normas alemanas.


 Mauthausen era conocido con el nombre de “campo de los españoles”, lo construyen españoles, se afirma que cada piedra de Mauthausen corresponde a la vida de un español. Se trabajaba en una cantera de granito, los prisioneros tenían que pasar por una escalera de 186 peldaños que debían subir como mínimo diez veces al día cargados con grandes piedras en la espalda, mientras unos verdugos los zancadilleaban y golpeaban con palos. Cuando en el verano de 1940 fallece el primer español, los demás guardan un minuto de silencio ante el estupor de los guardianes, muchas veces repitieron este acto. Poco a poco se ganaron el respeto y la admiración de los demás deportados de otras nacionalidades, llegando a tener una operativa organización de mando para ayudar a los más necesitados. Los que más les chocaba a los demás presos no españoles era el ánimo y la fe en la victoria sobre el nazismo. Hasta el punto que cuando el Ejército norteamericano entra en Mauthausen, el 5 de mayo de 1945  una enorme pancarta, en español, saluda a los libertadores.





Todavía, cuando parece que estamos acostumbrados a contemplar tanta desgracia y miseria en el ser humano, de la que somos testigos, a veces con cobarde conformismo,  nos estremecen estas imágenes de escuálidos hombres desnudos o con “pijama a rayas”.
 Desde estas páginas la mayor admiración y reconocimiento para este hombre de nuestra tierra que circunstancias tan trágicas le tocó vivir y ante las cuales tuvo la fuerza moral y física suficiente para, seguro que pensando en su gente, en estampas añoradas de su pueblo, salir glorioso.  Ofreciéndonos en el triunfo de su supervivencia un ejemplo de valentía, lealtad, humanidad y sacrificio. Abierto queda este espacio por si sus familiares quieren completar con más datos su biografía.


Terminar recordando los versos del poeta, personificándolos en Juan Ortiz Garrido:

“Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.

Manuel Jiménez Barragán.
Lahiguera a 27/04/2013.




11 comentarios:

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Manolo te felicito por este artículo. Tal como te dije cuando me enviaste el artículo hace unos meses, tengo mucho que comentarte sobre Juan Ortiz, Isabel Pérez su esposa y sus hijos Juan Antonio y Victoria. Hace ya muchos años, una mañana de agosto, estuve con mi esposa en casa de Isabel en los alrededores de Paris. Juan Ortiz había muerto y Juan Antonio se había casado con una francesa llamada Silvia, y Victoria se casó con un francés y tenía dos hijas. Pasamos una buena mañana de conversación con Isabel, fue una conversación imborrable para mí. Vivía en una vivienda sótano que había dotado de ese bien hacer que convierte en hogar cualquier habitáculo disponible, apareciendo a nuestros ojos como un entrañable y calido ambiente, una cualidad que tenía Isabel y que tiene la gente de nuestra tierra Ella se quedó muy sorprendida cuando llegamos, ¡no se lo podía esperar!. Fuimos a verla para brindarle un recuerdo de María Lara que mantuvo con ellos un contacto periódico hasta el final de su vida. Isabel era prima de Alfonsete Cubillas “el panadero de allí arriba”, esposo de María. Después de una conversación de puesta al día de una parte y de otra. Llamo a su hija Victoria a su piso vivienda y acudió con rapidez, después fuimos al piso de ella y estuvimos un rato con ella A Juan Antonio que trabajaba de carpintero ebanista no pudimos conocerlo por ser horario de trabajo. De nuevo volvimos a casa de Isabel y reanudamos una conversación llena de sentimientos y recuerdos, me dijo que ella y yo éramos de la familia, imagino que el apellido Pérez de mi abuelo será de la misma rama que el suyo. Le pregunté si no se planteaba volver algún día a Higuera y me dijo con una expresión de dulzura que no volvería, que no pudo volver su marido y ella no volvería. Le preguntó a mi esposa que como estaba ahora la casa que la familia habitó en Higuera y mi esposa le envió una foto al regreso del viaje. Después los contactos entre ambas familias se mantuvieron, siempre en Navidades y en periodos intermedios. Supimos que después murió Isabel y a los pocos años también murió su hijo Juan Antonio.
Continuare en otro momento.
Cordiales saludos, Pedro

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Pretendo contextualizar lo que supuso para Juan Ortiz Garrido su llegada a Francia y el comienzo de su exilio. Para ello comenzaré por decirte que el gobierno francés, aprovechándose de las precarias condiciones en que se encontraban los republicanos españoles, y sus deseos por obtener algo de
libertad, además de amenazarles con endurecer aún más sus condiciones, propuso la salida a los campos de trabajo por la comida y 0,50 francos mientras durase la preparación de la guerra, utilizando para ello a miles de refugiados. De esa manera cubrían las vacantes en las fábricas, pues la guerra estaba muy cerca y necesitaban mano de obra barata hasta el fin de la derrota servida en bandeja a los alemanes. El negocio para el gobierno francés era redondo…
Aunque muchos españoles republicanos habían salido desde España a Francia durante la guerra incivil, la mayoría lo hizo cuando terminó, calculándose en cerca de medio millón de refugiados los que cruzaron la frontera para cobijarse en Francia, donde fueron presentados por los medios de comunicación como rojos e indeseables, apareciendo en muchos sectores de la opinión pública francesa como un peligro, por lo que fueron recibidos como exiliados malditos y custodiados en los llamados campos de acogida de una forma tan vergonzosa como inhumana hacia aquellos hombres y mujeres, cuyo único delito había sido su lucha encarnizada por sus ideales “ ¿ Por qué no enviarlos a Rusia ? La gente es muy amable… Francia puede encargarse de organizar, los EE.UU. del dinero, Gran Bretaña de los barcos, Rusia de la hospitalidad y Ginebra de los discursos”, escribía de forma irónica el periódico parisino LE MATIN, en uno de sus desgraciados comentarios.
El tiempo transcurrido en los distintos campos de acogida franceses, desde febrero hasta setiembre de 1939, fue de una lamentable miseria, donde sólo los que lograron salir por distintos conductos, escaparon al hambre, los piojos, la sarna y demás consecuencias de aquella situación inhumana. Pero, los acontecimientos se iban a precipitar de forma acelerada, ya que los planes del estado mayor alemán, ensayados previamente en la guerra incivil española, pasaban por atacar a los países limítrofes primero para desafiar al mundo entero después, con todo el cinismo bárbaro que caracterizaba a los nazis. Desde hacía ya tiempo, los potentados alemanes habían designado a Hitler como el Führer de todos sus sujetos con el apoyo y la colaboración incondicional de las industrias de guerra, SS, SA y todo el estado mayor del nacional-socialismo del país germano, para preparar el cataclismo mundial, demostrando que ellos eran los más fuertes para aplastar las democracias.
Para describirlo nada mejor que las palabras del genial Cervantes.
” Mejor harás con llamarle infierno, y aún peor si hay algo en el mundo que peor sea”
(Miguel de CERVANTES Saavedra)
Cordiales saludos, Pedro.

Lahiguera dijo...

Personalmente, aunque estemos acostumbrados a ver diversas imágenes de este tipo, me causa una gran conmoción tanto lo leido como esas fotografías que nos muestran la realidad de la situación que vivieron estas personas. Lo que más aún me entristece, es que estas cosas, a la fecha de hoy, sigan sucediendo en distintos lugares del mundo y de distintas formas. Parece ser que el ser humano no quiera aprender de lo vivido, o que "su condición" lo derive hasta llevar a cabo estas atrocidades entre los mismos de su especie. Saludos.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

En el campo de exterminio nazi de Mauthausen (Austria) fueron asesinadas 200.000 personas. Más de 7.000 eran españolas. Solo uno de cada tres presos sobrevivió al proceso exterminador del infierno austríaco. En Mauthausen se decía “que se entraba por la puerta y se salía por la chimenea”. Aunque algunos lograron vivir para contarlo, como es el caso de Juan Ortiz Garrido, nuestro paisano republicano capturado en Francia por los nazis, que sufrió este infierno durante más de cinco años, y sobrevivió a él
Ya fuese debido al azar, al destino o a una innata capacidad para sobrevivir, Juan Ortiz Garrido salió con vida de la pesadilla de Mauthausen. Tras sobrevivir al holocausto, debió hacer frente a las sombrías condiciones sociales, políticas y económicas que se ciernen sobre su vida de exiliado en Francia para asumir un nuevo cometido: luchar por la agrupación de su familia, emprender una vida nueva, olvidando en lo posible lo pasado, sin el reconocimiento de la labor de quienes, como él, se vieron envueltos en una situación de guerra, y que sin causa reconocida de asesinatos en aquellos años, tomaron la decisión de exiliarse aconsejado por sus familiares más próximos, a la vista de los encarcelamientos y represalias que se produjeron al final de la guerra o en último caso combatieron en defensa de unos ideales, y trataron así de guardar en la memoria una lucha fraticida; para que jamás la humanidad vuelva a caer en la misma barbarie.
El primer español asesinado en el campo de concentración de Mauthausen fue un malagueño y el último un almeriense, a tres semanas de que fuera liberado por las tropas estadounidenses en 1945. Los dos eran exiliados republicanos procedentes de Francia.
Genevieve Dreyfus-Armand fue una de las principales estudiosas del exilio español en el país vecino, y para completar la anécdota decir que un alcalde de Argèles-sur-mer, en cuyas playas fueron confinados miles de republicanos, es hijo de uno de ellos.
La generación de nuestros padres fue especial para los miembros de ambos bandos en la contienda, muy idealista, de una gran creencia en los valores de la fraternidad que dejó mella en todos nosotros.
Cordiales saludos.
Pedro Galán Galán.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Aquella guerra iniciada en 1936 tuvo su cenit con la derrota republicana en abril de 1939, consecuencia de la misma y a medida que la las tropas franquistas iban tomando Cataluña, el 15 de enero tras la caída de Tarragona, se inicia un exilio masivo cuya desgarradora marcha protagonizaron las carreteras catalanas que conducían a Francia. Conformaron aquella huída desesperada mujeres, ancianos, niños, soldados e discapacitados que “huían empujados por el miedo físico o psicológico de los últimos momentos de una guerra perdida”. Aquella población civil no tenían responsabilidades políticas ni militares, por lo tanto no pueden ser consideradas como exiliadas, entonces ¿porqué huían? Según la escritora Teresa Pàmies “la masa de la población civil seguían un impulso colectivo, pensando algunos que en Francia encontrarían al marido, al hijo, al padre, al hermano; que pasada la borrasca retornarían juntos a empezar de nuevo la vida en familia, aunque faltasen algunos, muertos en las trincheras, en los bombardeos o, sencillamente, desaparecidos en la vorágine de la guerra”. La huida masiva conllevó una serie de elementos desgarradores entre los cuales el continuo bombardeo de la población en retirada, las inclemencias del tiempo aguzado por un frío invierno, el abandono de los enseres personales por el camino y lo que aquello significaba para muchas personas, mujeres especialmente, quienes dejaban tirada en la cuneta los recuerdos de toda una vida. El hambre, la separación de las familias por las autoridades francesas tras el cruce de la frontera, así como un futuro incierto tras el paso de la misma, fueron los elementos que impregnaron una experiencia del exiliado marcando un antes y un después para muchos de ellos y, en definitiva, dando lugar a lo que sería una memoria colectiva del exilio.
Ante esta dramática situación voceada por la propia prensa francesa e internacional, dándole protagonismo especialmente durante los meses inmediatos a la Segunda Guerra Mundial, dio lugar a que los organismos de ayuda internacionales reorientaran la ayuda a socorrer a los exiliados. Ese auxilio fue gestionado por el Comité Internacional de Coordination et d’Information pour l’Aide à l’Espagne Républicaine (CICIAER), organismo creado por el gobierno de la República el 13 de agosto de 1936, ubicado en París, con el fin de asegurar la coordinación de los esfuerzos a favor de la España republicana a escala internacional. Tras la derrota republicana, la cooperación internacional se orientó a mejorar las condiciones de vida de los refugiados en los campos de concentración de la metrópoli francesa y el Norte de África, así como el propósito de trasladarlos a América.
Cordiales saludos.
Pedro Galán Galán

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Unas 465.000 personas cruzaron la frontera con Francia en aquel desgarrador invierno; un éxodo el cual previamente había pasado de Madrid a Valencia, después a Barcelona, Gerona, Figueras y, finalmente, a la frontera con el país vecino. No solamente llegaron con la desesperación que suponía el vivir con una perenne incógnita: “¿qué nos va a suceder ahora?”, sino que además se encontraron con una Francia inmersa en una fuerte crisis económica desde 1930, amén de una derecha reaccionaria dominada por fascistas y xenófobos. El diputado radical Edouard Daladier, a la sazón de Primer Ministro, fomentó una política de enfrentamiento con los comunistas utilizando, a su vez, un cierto consenso con los elementos xenófobos presentes en la sociedad y la opinión pública francesas desde comienzos de los años “30”. Todo ello producto de la llegada de distintas oleadas de refugiados políticos, especialmente españoles e italianos, y también por una emigración económica española caracterizada por un alto grado de analfabetismo y escasa cualificación profesional. Todos estos factores provocaron en gran parte de la sociedad francesa una cierta repulsión hacia aquel exiliado que cruzaba la frontera en el crudo invierno de 1939. Si bien las mujeres y los niños eran vistos como víctimas inocentes de la guerra, los ex combatientes sin embargo fueron acusados de utilizar a estas mujeres y niños para protegerse tildándoseles, entre otros epítetos despectivos, como êtres repoussants, malpropres, fuyards, déserteurs et des indésirables.
Así pues, el exilio constituyó para el gobierno francés un problema económico y político, mostrándose rápidamente interesado en fomentar su repatriación a España o la re-emigración a terceros países tales como México, Chile y República Dominicana, las tres únicas repúblicas americanas que aceptaron oficialmente a los republicanos españoles. Esta ultima opción estaba supeditada a una serie de criterios de selección para admitirlos y a la condición de que los organismos oficiales de ayuda les costearan el viaje y contribuyeran económicamente a su instalación al país receptor. De este modo, el coste fue sufragado por el SERE (Servicio de Emigración –o Evacuación- de los Republicanos Españoles) y la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), organismos creados por el gobierno republicano en el exilio y cuyos fondos financieros y económicos principales fueron hechos por miembros del Gobierno de la República en Francia en los años de la guerra. Ambos organismos contaron con la ayuda desinteresada de centenares de comités internacionales quienes colaboraron a que se llevara a cabo las evacuaciones. Por citar un ejemplo, uno de los países que más ayuda prestó a la causa republicana fue Argentina cuya sociedad, en posición antagónica a la conducta del propio gobierno filo-conservador y reacio a aceptar a los refugiados republicanos, se movilizó en clave antifascista volcando todo su apoyo a la causa republicana, primero, y al exiliado después.
Las repatriaciones a España se fomentaron especialmente entre abril y diciembre de 1939. Tal y como nos indica el historiador J. B. Vilar, fueron unos 268.000 los que retornaron divididos entre ex-combatientes y población civil no implicados en causas políticas. Así, el 31 de diciembre del mismo año el número de exiliados que todavía permanecía en territorio francés rondaba las 182.000 unidades. El mismo historiador nos argumenta que los flujos de retornos aumentarían durante la Segunda Guerra Mundial, de tal forma que a finales de 1944 el total de exiliados rondaba en torno a las162.000 unidades.
La guerra mundial en ciernes provocó una reorientación temática en la prensa nacional francesa e internacional, de este modo muy pronto los refugiados republicanos españoles dejaron de ser noticia. A partir de entonces la suerte de los exiliados corrió a la par que la de tantos otros refugiados políticos, o perseguidos raciales, tales como los judíos quienes fueron acosados por los regímenes nazi-fascistas.
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

La salida de los republicanos de España y su marcha al exilio no se produjo en un único momento y de una sola vez. Los flujos de población se fueron realizando prácticamente desde los primeros meses de la guerra, y su detonante no fue otro que la violencia sufrida por la población civil en la brutal represión ejercida por los nacionales en las zonas conquistadas. Podemos señalar cuatro oleadas de emigración, de volumen desigual y en diferentes momentos:
1.Verano de 1936: Con la toma del País Vasco, apenas un mes después del estallido de la contienda, marcharon a Francia entre 15.000 y 20.000 personas. Este movimiento migratorio fue provisional, de hecho los paisanos civiles vascos que salieron después de la toma de Irún, regresaron en su mayoría un mes después; los militares acabarían reincorporándose al Ejército republicano.
2.Junio de 1937: A partir del mes de mayo de 1937 el mayor centro de la guerra es el frente Norte y su desplome ocasionaría otro gran importante movimiento de población. Se calcula que serían unos 135.000 los españoles camino del exilio.
3.Primavera 1938: La ocupación del Alto Aragón por los franquistas se producirá un tercer flujo de alrededor de 25.000 personas, y así a finales de 1938 el número de refugiados españoles puede estimarse en más de 40.000, entre los que se encontraban muchos niños.
4.El gran éxodo de 1939: La cuarta oleada de refugiados fue la más importante y comienza con la retirada que se va a producir después de la caída de Cataluña a finales de enero de 1939. Buscan refugio en Francia no sólo los soldados derrotados del ejército regular sino también los civiles amenazados por la venganza de los vencedores. Barcelona cae el día 26 de enero y comienza el éxodo de miles de personas pero la frontera francesa se encuentra cerrada y no se abrirá hasta el día 28 y sólo para las mujeres y los niños y, tres días después para los heridos. El 5 de febrero finalmente se autoriza la entrada de las tropas republicanas, cruzando la frontera el presidente de la República, Azaña, y los presidentes de la Generalitat y Euskadi, Companys y Aguirre. La última evacuación de la guerra se producirá en el mes de marzo, tras la ocupación franquista de la zona central, y se realizará desde la costa levantina por vía marítima.
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Nada más pasar a Francia, los españoles eran agrupados en campos de selección. Se producían entonces las separaciones familiares. La mayoría de las mujeres y niños eran conducidos en camiones o trenes hacia distintos pueblos del interior de Francia donde eran alojados en improvisados refugios. Una parte acabaron en los campos de la arena. Muchas, desesperadas por las condiciones en las que se encontraban, claudicaron ante las presiones que ejercía el gobierno francés para que retornaran a España. Junto a este deseo de fomentar el retorno a España, el gobierno francés trató de alentar la reemigración a terceros países. En los primeros momentos del éxodo, los republicanos españoles resultaban unos elementos gravosos y molestos. Más tarde se vería su utilidad, sobre todo en el caso de los hombres.
El 14 de abril de 1938 llega al poder en Francia el nuevo Gobierno de Daladier. Marcadas por la xenofobia imperante y de las repetidas llegadas de refugiados, se adoptaron una serie de disposiciones legislativas y reglamentarias con objeto de controlar, vigilar y reprimir a los extranjeros. Entre otras cosas, estas normas, en razón de “la preocupación por la seguridad nacional, por la economía general del país y por la conservación del orden público”, se distingue entre el extranjero de buena fe y el considerado “indigno de permanecer en nuestro suelo”. Para un eficaz control, el ministro de Interior podía poner en arresto domiciliario a cualquier extranjero, siendo potestad de los prefectos prorrogar o negar la validez del visado para los extranjeros. Este último sólo era otorgado para un departamento preciso, a excepción de los departamentos fronterizo.
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Me parece oportuno terminar esta serie de comentarios sobre nuestro paisano Juan Ortiz, completando la información que durante años he acumulado sobre esta familia.
Juan Ortiz e Isabel Pérez y sus hijos, vivieron hasta su marcha a Francia en la calle San Sebastián número 12 de Higuera de Arjona.
Según mis recuerdos de conversaciones oídas a la familia de mi esposa, Juan Ortiz, como un gran sector social de obreros del campo era de ideas izquierdistas.
No es de extrañar,… el republicanismo jiennense destaco desde sus comienzos por ser uno de los más activos y movilizados de todo el país. En el año de 1871 la provincia de Jaén contaba ya con 63 comités locales republicanos, solo era superada en número de afiliados por la provincia de Alicante. El republicanismo de izquierdas tuvo sus momentos álgidos en las primeras décadas del siglo XX, décadas que supusieron el intento más serio de unión entre las distintas facciones republicanas que formaron Unión Republicana en 1903.
El republicanismo jugó un papel importante en los medios rurales, tanto desde el punto de vista de la socialización política, es decir del aprendizaje e interiorización relacionadas con la toma de conciencia de su condición de ciudadanos y en cierto modo, en la medida de sus posibilidades, en la oportunidad de defender sus derechos en el duro trabajo del campo, para reclamar sus derechos y expresar un nuevo espíritu de ciudadanos con el que antes no contaban; sobre todo por la participación en la toma de decisiones en un entorno fundamentalmente agrícola.
Desconozco si Juan Ortiz tuvo alguna filiación política determinada, quizá fuese simpatizante políticamente de Unión Republicana o de Ezquerra Republicana, como lo fue un amplio sector de obreros del campo de aquellos años.
Siempre escuché que no se había significado políticamente en el pueblo; pero que Isabel, su mujer, le sugirió por carta que no volviese a Higuera al finalizar la Guerra Civil porque muchos partidarios de la “República eran apresados, juzgados y metidos en la cárcel”. Esta debió ser la razón por la tomó el camino del exilio a Francia.
Cuando estuvo en Francia, pensaron que la forma de agruparse la familia, sería que Isabel, con sus hijos Juan Antonio y Victoria, se marchasen para encontrarse con su marido y padre respectivamente, con la esperanza que esa nueva tierra los acogiera a los cuatro. Isabel vendió la casa que tenia en la calle San Sebastian, 12 y todas sus pertenencias y con el dinero acumulado de las ventas llegaron en un viaje sin fin a la frontera franco española.
Al llegar a la frontera francesa se les presento el problema del salvoconducto y sin dinero tuvieron que volver a Higuera como pudieron. Imagino la travesía de ida y vuelta que Isabel sufrió con sus hijos. Cuando volvió a Higuera estuvo trabajando en la casa panadería de Alfonsete y su hijo Juan Antonio, que aunque mayor era cuidador y compañero de juegos de mi cuñado Manuel.
Desconocemos el año de la marcha definitiva de Isabel a Francia con sus hijos, suponemos que seria posterior a la vuelta del internamiento de Juan Ortiz en Mauthausen, porque, ¿qué iba a hacer Isabel con sus hijos en Francia, si Juan había sido enviado al campo de concentración?
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán.

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Fue el 14 de junio de 1.940, cuando las fuerzas hitlerianas penetraban en París, extendiendo muy pronto su penetración por el resto del país , quedando establecido el gobierno de Vichy – esta ciudad está situada en el corazón de la antigua “provincia de Bourbonnais”, lugar de origen de los Borbones, presidido por el mariscal Philippe PETAIN, que inauguraba un régimen totalitario y colaboracionista con base en el armisticio firmado con la Alemania nazi el 22 de junio de 1940, obteniendo cierta simpatía y complicidad por parte de una parte de la población francesa a quienes la ocasión les fue propicia para expresar sus sentimientos pro nazis, hasta el punto de crearse una situación donde las personalidades francesas y organismos oficiales habían dejado de tener personalidad alguna al quedar bajo las ordenes del Führer, lo que trajo un periodo de crueldad y de auténtico terror para el pueblo francés, del cual ya formaban parte los republicanos españoles que, desde un principio, y dejando a un lado todos los rencores y hostilidades recibidas por parte de las democracias en general y Francia en particular, se habían incorporado como un sólo hombre en la lucha por las libertades del mundo entero, que eran sus propias libertades…
Pero aquella lucha tan desigual hizo que millares de nuestros luchadores republicanos cayeran prisioneros de los nazis, pasando de ser prisioneros de guerra del ejército alemán a prisioneros políticos de la GESTAPO, con el consiguiente traslado a los campos de concentración o de exterminio, con el acuerdo de las autoridades alemanas y franquistas para considerar “apátridas” a los republicanos españoles, a los cuales, siendo como eran, prisioneros de guerra, no se les aplicó el estatuto correspondiente según la Convención de Ginebra, sino que fueron considerados” combatientes rojos españoles” a los que había que aniquilar.
Los inválidos republicanos españoles recibían la mitad de la comida por no ser productivos y fue en ellos donde más se cebó la crueldad de los nazis. Por la noche se sacaban unos 150 a la intemperie, desnudos en pleno invierno y sin alimento, encargándose la naturaleza el resto, apareciendo la mitad de ellos muertos. Las vejaciones y el sadismo llegaron a tal punto que muchos prisioneros se suicidaban lanzándose contra las alambradas electrificadas y los nazis sacaban fotos para justificar sus crímenes hablando de intentos de fuga (Tomado de Santiago Raga, superviviente de MAUTHAUSEN).
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán

PEDRO GALÁN GALÁN dijo...

Así llegamos al día 6 de agosto de 1.940 cuando los primeros republicanos españoles de los más de ¡¡DIEZ MIL!! deportados llegaban al pueblo austriaco de MAUTHAUSEN, en las orillas del Danubio, donde los nazis habían levantado uno de esos campos de exterminio, clasificado en la categoría III - la peor -, reservado para los presos particulares considerados como irrecuperables, entre los que se encontraban los “ROJOS ESPAÑOLES”, de tal manera que ninguno podía salir con vida de aquel infierno:“Si algún día, alguno de nosotros llega a sobrevivir de este genocidio, que diga al mundo entero lo que fueron los campos nazis…”, ese fue el mensaje que nos legaron los miles de españoles antes de morir, después de haber sufrido los horrores de la bestialidad histérica del nazismo hitleriano.
Aquel maldito lugar, situado muy cerca de donde había nacido Hitler, no había sido elegido por casualidad, ya que a su lado se encontraba la cantera WIENERGRABEN (la Marbacher-Bruch y Bettenberg), donde los presos tenían que trabajar durante doce horas de ininterrumpido esfuerzo hasta la extenuación: cantera o crematorio, esa era la cuestión. El propietario de la cantera era una compañía DEST – acrónimo de Deutsche Erd und Steinwerke GmbH – dirigida por Oswald Pohl, un oficial de alto rango de las SS, que pagaba una pequeña cantidad de dinero por aquella mano de obra tan barata a los mandos del Campo de Mauthausen – Gusen, que estos se guardaban para sí, por facilitarles a los presos dos calderos de comida de “inocentes” nabos desvalijados por día y algunos cigarrillos al mes, por el granito extraído, en principio usado para el pavimento de las calles de Viena, y posteriormente para la reconstrucción de las ciudades alemanas.
Y así, hasta constatar documentalmente 4.769 republicanos españoles muertos por los distintos métodos de exterminio empleados por los nazis del Führer en el campo de concentración de MAUTHAUSEN – GUSEN que incluían, no sólo el trabajo en las canteras, sino las Cámaras de gas; las duchas heladas, donde los presos morían de hipotermia al permanecer durante varias horas bajo una corriente de agua helada; los tiroteos masivos; los experimentos médicos; los sangrados, donde los presos eran desangrados hasta la muerte para enviar su sangre al Frente del Este; los ahorcamientos; el hambre, donde los presos eran privados de comer hasta alcanzar la muerte; los fusilamientos de las SS…
Siendo las 13 horas y 12 minutos del sábado 5 de mayo de 1945, entraban los libertadores en MAUTHAUSEN para abrir las puertas de aquellos fatídicos campos de exterminio, dejando libres a los luchadores republicanos que lograron sobrevivir entre aquellas trágicas alambradas electrificadas durante cinco años. Al final, de los DOCE MIL republicanos españoles deportados por los distintos campos de concentración nazis, ¡¡ DIEZ MIL!! fueron exterminados. Nuestro Juan Ortiz fue uno de los que lograron sobrevivir a aquel infierno de MAUTHAUSEN.
Cordiales saludos, Pedro Galán Galán